Capítulo 5

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Conan

Un jodido desastre ha sido todo el día de hoy.

Quiero masajear mis sienes, pero no puedo. Necesito de todo mi autocontrol para no hacer una locura, el enojo burbujea desde lo más profundo.

Tomo mi celular redactando un mensaje a mis primos Callum y Cian: que tanta probabilidad hay que cometa un asesinato y salir impune. Porque sin duda alguna estoy a punto de asesinar a uno de mis contadores y lo peor de la situación es que este señor no tiene la culpa.

A veces me cuestiono si las personas son estúpidas por naturaleza o por decisión propia.

—¿Podrías explicarte de nuevo? Por favor. —el tono de voz sale fuerte.

—Se... Señ... Señor.

Sí, amigo, puedes tartamudear todo lo que quieras, pero en este momento no se lo que quiero, te arrancaré los ojos —no lo haría en realidad— pero deseo.

Las personas a mí al rededor saben perfecto que la intimidación, la violencia y el abuso de poder no está en mi naturaleza. Aun así, un instinto asesino recorre mis venas, uno que hasta unos meses atrás ni sabía que existía.

Viví en carne propia, lo que significa violencia, es por eso que me dedico a ser honesto y transparente. Por tal motivo, vivir en tranquilidad es lo mío.

El contador que tengo frente a mí, me cuenta que mientras revisaba los libros contables, noto un faltante de trescientos mil dólares por mes, en los últimos seis meses...

Quiero explotar, no obstante, debo pensar con cabeza fría; tomar una decisión en este estado sería fatal para la empresa. Él solo abarcó las cuentas de seis meses, estoy casi seguro que esto ha sucedido más tiempo. Es claro que la persona que me ha robado es de mi círculo cercano, supone que nadie lo ha notado, y cree que nadie lo notará y continuar haciéndolo.

Si por alguna razón consideraron que nadie se daría cuenta, he de decir que son ingenuos. Ahora bien, les daré el crédito, han sido astutos. Jamás debemos subestimar a una persona astuta.

Ahora es mi turno.

Inhalo profundo y exhalo de manera pausada. Vuelvo a mirar a la persona que está frente a mí.

—Abel, te pediré un favor —asiente. —No le digas a nadie que me informaste. Trabajarás conmigo para dar con la persona responsable. No será hoy, ni mañana. —Comento. —te iré informando y habrá días que estarás aquí hasta tarde, ¿podrás?

—Sí, señor, estoy a sus órdenes.

—Bien. Gracias, puedes retirarte.

Me tallo las sienes —por fin—, me duele la cabeza. Necesito un maldito Whiskey.

Mi teléfono comienza a sonar de nuevo, no estoy de humor para lidiar con mi padre, tengo demasiado en la cabeza e ir a la maldita cena benéfica no ya está en mis planes, no se su puta insistencia en ello.

—Padre. —Tomo de mala gana la llamada.

Tienes que venir a la cena, Carolina Anderson estará ahí con su padre —Ahora sí, ha captado mi total atención.

—Bien, pero llegaré tarde. —mascullo y cuelgo.

No sé cómo no he rechazado esta locura. Es una bruja, ha tenido poder sobre mí, por mucho más tiempo del que quiero aceptar. Soy consciente que no debería de aceptar este matrimonio y aunque me preocupa, me aterra que se clave aún más dentro de mí.

—Señor Silverman, ¿me requiere por más tiempo? —pregunta mi secretaria desde el intercomunicador, sacándome así de mis pensamientos.

—No, Samantha, puedes retirarte, gracias.

NO ME DEJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora