Capítulo 1

511 26 45
                                    

-No puedo creer que empecemos nuestro segundo año compartiendo habitación.

Le digo a mis mejores amigas y sonrío como una estúpida mientras saco un par de libros de una caja que descansa sobre mi nueva cama.

Tara y Lara eran hermanas gemelas que habían crecido conmigo desde que éramos pequeñas, y aunque no tuvimos la suerte de ir a la misma preparatoria habíamos logrado entrar a la misma universidad. El sueño de Tara era ser abogada defensora. Lara quería hacerse un nombre dentro de Relaciones Públicas y yo me conformaba con dar clases de Literatura Inglesa en alguna ciudad tranquila.

-Lo que yo no puedo creer es cómo lo conseguiste -comenta sorprendida Lara, dueña de un hermoso lunar debajo de su labio inferior-. Lo único que recuerdo fue verte entrar a la oficina del director Dawson y salir de allí con una enorme sonrisa de autosuficiencia.

-Ya te lo dije, fui la mejor estudiante del curso -respondo y guardo un mechón de cabello en la parte de atrás de mi oreja derecha-. La universidad tiene como tradición otorgarle un favor académico al mejor alumno y le pedí que nos pusieran en la misma habitación.

-¿Estás segura que no lo convenciste con alguna otra cosa más tentadora? -pregunta Tara, la más lanzada y aventurera de las dos.

-Imposible -contesto divertida-. Jamás haría favores sexuales para conseguir algo a cambio. Y para ser sincera no creo que eso funcionara porque parece que a Dawson le van los hombres.

-Yo también escuché eso -murmura Tara como si pudieran escucharnos-. Se rumorea que se lleva a los estudiantes jóvenes de primer año a su despacho para darles la bienvenida.

Las tres reímos como viejas chismosas y seguimos desempacando. La habitación no es demasiado grande pero entran todas nuestras cosas. Hay dos camas frente a la puerta de entrada y otra al costado de una enorme mesa de madera maciza que usaremos para estudiar. Toda nuestra ropa la guardamos en unos cajones invisibles que hay debajo de las camas. Y como las tres calzamos lo mismo decidimos comprar un estante para poner nuestros zapatos, dejándolos a la vista y cerca del cuarto de baño.

También hay un par de bibliotecas, un pequeño televisor colgado en la pared y una mesita auxiliar con un hermoso espejo donde nos maquillaremos para nuestras futuras fiestas. Bueno, quizás para las futuras fiestas a las que Tara y Lara vayan a asistir, porque ése tipo de actividades no las puedo considerar como unas de mis preferidas.

-¿Quién será su próxima víctima? -pregunta Lara mientras pone pacientemente sus zapatos en el estante compartido.

-No lo sé, ni me interesa -contesto después de sacar todos los libros de mi caja-. Lo único que me interesa es comenzar el segundo año igual de bien que el primero.

-Eso no te va a costar demasiado, eres una maldita niña genio.

-No digas tonterías -respondo con recelo-. Me gusta estudiar, que es diferente. Los genios no tienen problemas para comprender las cosas y les puedo asegurar que más de una vez me he frustrado por no aprender algo que quizás a todo el mundo le parecía simple.

-Lo dudo mucho -dice Tara y se acuesta dramáticamente en su cama-. Pero pase lo que pase prométeme que este año vas a pasar más tiempo con nosotras.

-Pasar tiempo con ustedes significa asistir a todas las fiestas de las fraternidades y ya saben lo que pienso de eso.

-Oh vamos, Charlotte -reprocha Lara y se une a su hermana-. La universidad debería ser mucho más que sólo seminarios, libros y exámenes. Es el mejor momento para que explores tu juventud y finalmente tomes la experiencia necesaria en... Ya sabes...

-Chicos... -digo y las tres reímos al mismo tiempo pero una parte de mí se pierde en mis propios pensamientos.

Las chicas tenían razón. Siempre me había costado congeniar con el sexo opuesto y prefería la seguridad que me daban los libros a exponer mi lamentable desempeño para coquetear. Quizás ya era hora de empezar a actuar acorde a mi edad y a animarme a perderle el miedo a los hombres.

La Siguiente LecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora