Capítulo 10

251 26 79
                                    

Después de leer el mensaje entro a mi habitación y cierro rápidamente con llave. Aquello da un poco de miedo, no voy a mentir. Sin embargo no iba a suponer que estaba dirigido a mí. También podía tratarse de alguna ex de Brandon que quisiera amenazar a Tara o una chica celosa de los coqueteos de Lara sobre todos los hombres del campus.

Guardo la nota en uno de los cajones de nuestro escritorio y me dedico a estudiar de mala gana para tener el fin de semana libre. Me pongo los auriculares, subo el volumen de la música y no pienso en Matt ni en mi cita con Nicholas. Sólo somos yo, mi libreta de notas y un par de cafés que me ayudan a sobrellevar la noche del viernes.

Cuando finalmente mis ojos no pueden soportar un segundo más abiertos decido meterme en la cama y dormir. Tara y Lara deberían estar por llegar pero el fin de semana acaba de comenzar así que no voy a esperarlas despiertas.

Al día siguiente me levanto temprano y veo que las gemelas están acostadas. No sé en qué momento entraron pero ahora cada una duerme en su cama y tienen la cabeza tapada con sus almohadas. Intento hacer el menor ruido posible y después de vestirme y lavarme los dientes agarro mi canasta de ropa sucia y me dirijo al lavadero del campus. Muchos estudiantes lavan durante la semana pero yo estoy bastante ocupada y prefiero dejar mis días libres para la limpieza y el orden.

Son las nueve de la mañana. Algunos compañeros de la residencia empiezan su día y otros recién vuelven a sus piezas. El aire del fin de semana se siente y la energía es otra. Todos parecen más relajados y nadie corre desesperado por los pasillos.

Cuando llego al lavadero me vuelvo a poner los auriculares y me siento arriba de un lavarropas mientras espero a que se haga mi lavado. ¿Debería contarle lo de la nota a mis amigas? Por un lado me gustaría, pero no quiero que me llenen a preguntas y que terminen descubriendo que todo este tiempo me acosté con Matt. Niego con la cabeza y me obligo a distraerme con otra cosa. Tendría que haberme traído algo para leer pero supongo que mi teléfono me va a ayudar a matar el tiempo.

-¿Tú también acumulas la ropa de la semana?

Me quito un auricular y miro hacia un costado. Liam vacía su canasta y después de poner un par de monedas en la máquina se sienta a mi lado. Asiento y sonrío a modo de saludo.

-Y yo pensaba que era la única que se levantaba los sábados por la mañana.

El joven ríe divertido y se rasca la oreja como un pequeño hábito rutinario.

-No me gusta desperdiciar mis días libres.

-Supongo que en eso somos parecidos -murmuro y miro cómo nuestras ropas giran entre un revoltijo de agua centrifugada y jabón.

-¿Cómo has estado?

-Bastante bien -respondo tratando de obviar mis nervios previos a la cita con Nicholas-. ¿Y tú?

-Podría estar mejor -contesta y hace un puchero involuntario-. Necesitaba la autorización de nuestro profesor de ética para mis tutorías y perdió mi formulario.

-Oh, demonios -exclamo y no puedo evitar sentir pena por él-. ¿No pueden darte una prórroga?

-No lo sé, todo va a depender del decano Dawson. Ya pedí una cita con él para este lunes a primera hora.

-Todo va a ir bien -digo y le doy unas pequeñas palmaditas en la espalda a modo de ánimo-. No fue tu culpa en primer lugar, y el decano es bastante empático con sus estudiantes.

Sus ojos me estudian y parece querer decirme algo más pero un grupo de chicas entra y cortamos nuestro contacto visual. Algunas de ellas observan a Liam con curiosidad y no puedo culparlas. Los hombres no suelen visitar este lado del campus tan temprano. Por lo general están instalados en el gimnasio como unos malditos viciados o tratando de recuperar energías luego de una larga y agitada jerga.

La Siguiente LecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora