-¿Preguntas? ¿Qué tipo de preguntas?
El joven sonríe y se le forman unas pequeñas arrugas sobre los costados de sus hermosos ojos almendrados.
-Lo lamento, seguro la estoy agarrando en un mal momento -dice después de chequear la pila de libros que tengo sobre la mesa-. ¿Le importaría si coordinamos para cuando tenga un poco de tiempo libre?
-¿Tiempo libre? -repito y encojo los hombros cuando un estudiante me mira con cara de pocos amigos por el tono alto en el que dije aquello-. Lo siento, estoy por comenzar los exámenes. Tiempo libre es lo que no tengo.
-Estoy estudiando un caso importante y su testimonio me sería de mucha ayuda -dice mientras me pasa una tarjeta de contacto-. Sé que este no es el mejor momento, pero de verdad me ayudaría muchísimo charlar con usted.
-¿Casi importante? -murmuro en voz baja y leo la información de su tarjeta-. ¿Es detective?
-Algo así -responde y me vuelve a sonreír con amabilidad-. Trabajo para la policía pero en este momento tengo que solucionar los problemas estatales de manera privada.
-Sigo sin entenderlo... ¿Por qué necesita hablar conmigo? ¿Qué papel cumplo en todo esto?
Una chica que se encuentra en la misma mesa que nosotros apoya su dedo índice sobre sus labios para que dejemos de hablar y el hombre suelta un suspiro cansado.
-Llámeme cuando pueda hablar y se lo explicaré todo -dice y se levanta con cuidado para no hacer más ruido-. Que tenga buenas tardes, señorita Anderson.
Muevo la cabeza para devolverle el gesto y cuando abandona la biblioteca vuelvo a mirar la tarjeta de contacto. Aquello había sido el encuentro más extraño que tuve en toda mi vida. ¿Por qué un detective querría charlar conmigo? ¿Qué tipos de preguntas necesitaba hacerme? ¿Y cómo mis respuestas podían ayudarlo?
Miro la hora en mi teléfono. Ya había pasado bastante tiempo en aquella mesa de estudio y necesitaba ir a por un café. Pero sabía que si me levantaba otro estudiante iba a venir por mi lugar y no quería perder mi asiento.
-Oye -le digo en un susurro a la chica que me había mandado callar-. ¿Puedes cuidarme las cosas mientras voy a buscar algo para beber?
La joven se quita los lentes y los apoya en su libro de historia.
-Lo haré si me traes una lata de gaseosa.
-Suena justo -contesto y me levanto del asiento para escabullirme de la biblioteca.
Cuando llego a la cafetería del primer piso saco un par de monedas y voy hasta una de las máquinas para sacar una bolsa de patatas fritas y un paquete de goma de mascar. Luego camino hasta el refrigerador y tomo una botella de agua sin gas y una lata de Coca Cola.
-¿Algo más? -dice la señora cuando dejo todo cerca de la caja registradora.
-Si -respondo y le sonrío con gentileza-. Un café negro sin azúcar, por favor.
-Tenemos sólo vaso chico.
-Me sirve igual.
La señora del mostrador me cobra y se da la vuelta para prepararme el café. Cuando termina me pasa el vaso y las cosas que compré adentro de una bolsa de plástico blanca y me encamino nuevamente hacia la biblioteca.
-¿Ya comenzaste a preparar los primeros exámenes?
La voz de Nicholas me toma por sorpresa. Pero después de asentir no me detengo y sigo caminando.
-¿Cómo lo vas llevando?
Miro al profesor por encima de mi hombro y bebo un sorbo de café.
-Bastante bien -respondo-. Si organizo mis tiempos no creo que tenga demasiados problemas.
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La Siguiente Lección
RomanceCharlotte es una joven que vive una vida universitaria tranquila junto a sus mejores amigas y compañeras de habitación. Su día se divide entre los estudios y un trabajo de medio tiempo como tutora de literatura inglesa en su universidad. Sin embarg...