Theo sabe que no conoce realmente a Harry, es consciente de aquello y por años no le importo demasiado. No le importaba conocer la verdad detrás de los rumores, saber que tanto hablaba con Draco o todo ese tipo de cosas que había ignorado por tanto tiempo.
Pero por la mañana, cuando el ojiverde no aparece en el desayuno y Draco se levanta con rostro pálido para luego salir del gran comedor se da cuenta de que en realidad le importa. Le importa bastante.
Y no está seguro desde cuando lo hacía, a ese nivel por lo menos. ¿Por qué se encontraba a sí mismo mirando hacia la mesa de los leones buscando encontrarlo? ¿Por qué le picaba la lengua por preguntar por el?
Culpa al chico por acercarse de una forma diferente a cómo lo había hecho siempre, por hacer que se preocupe por lo que le pase y encontrar la manera de charlar con él de forma más continua. Lo culpa por darle su sangre y crear un lazo que antes no sentía entre ellos.
Porque está bastante seguro de que si no fuera por eso, todo seguiría como normalmente lo hacía. No una indiferencia total, pero tampoco esa nueva cercanía que no sabe manejar.
Theo conoció a Harry a los seis años. Antes que el resto de sus amigos y probablemente antes que varios de los amigos del ojiverde incluso.
Lo conoció con el cabello más castaño que ahora, sus ojos abrumadoramente verdes y aquella sonrisa traviesa. El Potter menor siempre fue un niño problemático en el buen sentido, le gustaba correr, trepar, su magia los envolvía todo el tiempo cuando se encontraban juntos.
Recuerda a un Regulus Black portando curitas con formas de ciervos que su hijo amaba usar para curar sus pequeñas heridas. Y recuerda a un James Potter besando su cabeza y siendo el padre más genial que a su corta edad había conocido.
Theo lo conoce, pero eso no significaba que en ese momento fueran realmente amigos. Ni siquiera ahora lo son.
No lo hace su amigo conocer parte de su historia y reconocer algunos detalles. No lo hace su amigo estar allí.
No son amigos. Debe recordárselo cuando tiene que morder su lengua para no preguntar por él al no verle en clases durante el día. No hay nada entre ellos, ¿por qué se toma la molestia?
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Harry no aparece el día siguiente.
Ni el siguiente.
Tampoco el siguiente.
Theo no le manda ningún mensaje, ni pregunta por él. En respuesta nadie le dice nada.
Intenta convencerse de que no le importa lo suficiente.
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Harry vuelve el lunes.
Theo no le habla y Harry solo le dedica un saludo rápido antes de sentarse junto a Draco a conversar.
Es lo normal. Y el slytherin se dice a sí mismo que no tiene porque esperar alguna reacción diferente hacia él.
El ojiverde porta un par de ojeras bajo sus ojos y luce cansado mientras conversa con el rubio. Theo no puede quitarle la mirada de encima y se da cuenta de esto cuando Daphne golpea su pierna contra la suya para hacer que reaccione.
Le mira sospechosamente con una pregunta que no puede responder y hace que quiera huir de ahí.
—Iré a caminar —se levanta, sorprendiendo un poco a sus amigos por su repentino movimiento.
Solo se encuentra saliendo del lugar cuando escucha su voz.
—Está bien, nos vemos luego —y entonces sus pasos yendo en su dirección.
Sin embargo Harry no gira a la derecha, que es donde él se encuentra esperando. Sino que continúa su camino sin mirar atrás.
Theo va tras el.
—No me gusta que me acechen —el ojiverde se queja apenas unos momentos después antes de girar, confundido—. ¿Pasa algo?
No se sorprende de que haya sentido su presencia, no importa lo sigiloso que sea, el contrario siempre se daba cuenta.
—No realmente.
Harry se toma un par de segundos antes de responder.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunta, cruzando sus brazos sobre su pecho, luciendo un poco vulnerable. Theo no entiende a que se refiere.
—¿Decirte que? —el más bajo suspira.
—El otro día, cuando te alimentaste, me dejaste una marca, ¿cierto? —se refiere a eso.
—Si, fue sin querer. Supongo que me deje llevar un poco —admite, levemente avergonzado al recordar aquello. Y recordando que de hecho, había preferido no decir nada.
—Me metiste en problemas —Theo parpadea, lentamente ante sus palabras—. Pudiste decirme, o no sé, usar magia para eliminarlo —continúa, cuando se da cuenta de que no dirá nada.
Entonces reacciona.
—Estabas muy cansado para que te lo dijera en ese momento, luego pensé en decirte al día siguiente pero no apareciste —excusa, intentando ver si estaba molesto con él o solo se lo estaba comentando.
No lucia molesto.
—Bueno. Solo son dos meses más sin ir a casa de mamá —se encoge de hombros, mirando el pasillo vacío, como si pueda ver a través de él.
Theo hace una mueca. Lo metió en problemas con su madre de todas las personas.
—Lo siento, no creí que se haría un problema tan grande —duda entre sí establecer contacto físico lo haría sentir mejor. Harry siempre había sido alguien muy táctil, así que estira una de sus manos para tomar la muñeca del contrario.
El más joven le mira con algo brillando en sus ojos que Theo no es capaz de comprender.
—Está bien, no quiero agobiarte con mis problemas familiares. Se que no te interesa mucho —se encoge de hombros—. Fuera de eso, ¿necesitabas algo? No es común que me sigas.
El pelinegro relame sus labios sin saber muy bien que decir. ¿Por qué lo siguió en primer lugar?
—Solo —se detiene, "estaba preocupado" no es una opción para él en ese momento—. ¿Nos veremos por la noche? —cuestiona, yéndose por algo que sería más fácil de decir, por algún motivo.
—Ah, tienes hambre —hay un cierto tono en la forma que lo dice, pero segundos después asiente—. La misma hora de siempre —le da una pequeña sonrisa antes de girar, dispuesto a marcharse.
Theo no tiene nada que decir que pueda detenerlo, así que le ve continuar su camino.
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Tuve que rehacer este capítulo un par de veces antes de que me convenciera lo suficiente.
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A Little Blood.
FanfictionTheo es un vampiro que se niega a beber sangre humana, o lo hacía hasta que cierto chico le convence para ser su alimento personal. Algún día aquel león le terminaría matando, porque el sin duda no lo haría.