Capítulo 29 •Prometida...•

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Una semana después.

Con mis padres y mi hermano siguiéndome, levanto la cabeza, buscando entre la multitud del aeropuerto aquel par de ojos verdes que me encantan, pero me decepciono al ver únicamente a Hannah junto a Cameron —quien decidió viajar de regreso unos días antes que nosotros—.

Vaya, como se nota que te emociona volver a ver a tu amiga.

Bueno. No es que no me emocione volver a ver a Hannah, la extrañé muchísimo, pero ya sabes, no es lo mismo. Con Hannah al menos hemos hablado por teléfono, pero con Aidan... Ni una llamada en más de dos años. Le había dejado un mensaje diciéndole que hoy estaría aquí en Seattle, pero ni siquiera leyó el mensaje.

—¡T/n! —el chillido que suelta Hannah, una vez estoy cerca de ella, me saca de mis lamentaciones—. Me alegra tanto que estés bien y estés de regreso. Te extrañé mucho —me envuelve en un fuerte abrazo que se lo devuelvo gustosa.

—Muchas gracias, Hannah. También te extrañé —le sonrío una vez nos separamos y luego volteo a ver a Cameron—. A ti también te extrañé, Cam.

Lo abrazo y él solamente me da palmaditas en la espalda, confundido.

—T/n, nos vimos hace tres días. Literalmente.

—Cállate —me separo de él y le doy en leve empujoncito por el hombro—. Ando sensible.

Él y Hannah sonríen divertidos, pero no comparto su sonrisa. Ellos parecen notario, porque poco a poco su expresión cambia. Ambos comparten una mirada y sé que ya saben lo que preguntaré:

—¿Aidan no vino?

—No hemos sabido mucho de él —contesta Hannah—. A parte que pasa muy ocupado. Tal vez por eso no vino —sonríe como si se disculpara—. Seguro luego va a verte a tu casa.

—Sí, seguro —Cameron bufa, poniendo los ojos en blanco y Hannah le da un codazo en las costillas.

Ellos comparten una mirada durante unos segundos en los que no entiendo nada, pero ellos parecen decir de todo. Finalmente, ambos voltean hacia mí nuevamente, pero antes que vuelvan a decir algo, la voz de mi hermano a mis espaldas los interrumpe.

—Papá ¿Puedo hablar contigo un momento, por favor? —su tono no es el mismo con el que se dirige siempre a nuestro padre, sino que más bien suena molesto. Y me preocupa, muy pocas veces David se ha molestado con papá.

—Claro, vamos —papá asiente y ambos se alejan unos metros para hablar.

Volteo a ver a mi madre, preguntándole con la mirada que qué pasa, ella solo niega mientras sonríe leve pero puedo notar la tensión en su cuerpo.

Vuelvo a mirar a mi papá y a mi hermano mientras platican. Frunzo el ceño al ver que mi papá parece frustrado mientras que en el semblante de mi hermano no hay ni una pizca de aquel hombre sonriente y bromista, ahora parece molesto y, mediante habla, echa ojeadas hacia mí, confundiéndome más.

Trato de acercarme a ellos para escuchar lo que dicen. Si me voltearon a ver, es porque están hablando de mí, y merezco saber de que hablan. Pero cuando estoy cerca, ambos callan de golpe.

—T/n ¿No te enseñaron que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación? —me reprende mi hermano.

—No quería espiar su conversación —miento descaradamente, pero mantengo impasible, evitando delatarme—. Sólo quería decirles que ya debemos irnos.

—Está bien —responde mi padre y regresa la mirada hacia David—. En casa lo hablamos.

Mi hermano mira papá durante unos segundos con una mirada gélida, pero finalmente asiente y me rodea los hombros con su brazo, llevándome con él devuelta hacia mis amigos y nuestra madre.

Roomies • Aidan Y T/n • [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora