Capítulo 32 •Cafetería•

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Vale. Esto de tomarme unos días está siendo un poco muy... Improvisado y aburrido.

La noche anterior no pude dormir nada, a lo que me levanté muy temprano para hacer un desayuno decente, ya que el concepto de "desayuno decente" de Cameron era algo... reducido —que básicamente consistía en cereal con leche o sobras de la cena anterior—. Comimos y él se fue a las oficinas. Aseé el apartamento, terminé de acomodar mis cosas e hice un poco de ejercicio. Y pues... Me quedé sin nada más que hacer. Y, a todo esto, apenas daban las nueve y media de la mañana.

Debí de haber hecho un itinerario para no aburrirme el resto del día.

Frustrada, busco en mi bolso la cajetilla de cigarrillos pero no los encuentro. Voy por mi abrigo y rebusco en los bolsillo pero tampoco está. Y ahí es donde recuerdo que se me acabaron. Mierda, tendré que ir a comprar otro y, la verdad, entre mis planes no estaba salir hoy.

Como si tuvieras planes de hacer algo hoy.

Eso sí.

No es como si me urgiera los cigarrillos, pero no tengo nada mejor que hacer. Así que me coloco el abrigo, tomo un poco de dinero, las llaves y salgo del apartamento.

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Media hora después estoy dando vueltas por el parque con las manos metidas en los bolsillos de mi abrigo.

Compré los cigarrillos pero decidí no fumarme ninguno. Tampoco quiero crear una dependencia a la nicotina, pero si siento que necesito algo para mantenerme despierta.

Las consecuencias del insomnio ahora me está pasando factura, y no quiero regresar al apartamento a dormir. Digamos que sueño con unos recuerdos que... Preferiría borrar de mi mente.

Entonces, en medio de mis pensamientos, recuerdo que estoy cerca de la cafetería de la señora Mary. Tal vez ella pueda servirme una doble dosis de café. Así que me doy la vuelta y me dirijo al lugar.

Al entrar en el local, veo que todo está como lo recuerdo. Las paredes pintadas de blanco y café, la pared de la izquierda con el gran pizarrón verde donde quien quiera escribir algo en él puedo hacerlo sin problema, las pequeñas lámparas cafés colgando del techo, y claro, ese característico ambiente acogedor y hogareño y también con ese delicioso aroma a café.

Me acerco a la barra y veo a alguien de espalda que se mueve de un lado a otro, como si estuviera muy apurado. Toco la pequeña campanita que está a mi lado para llamar su atención y él de vuelve hacia mí.

—Buen día. ¿En qué puedo...? —su voz se va apagando poco a poco cuando me reconoce y apuesto a que mi expresión debe de ser igual que la de él cuando pregunta extrañado—: ¿T/n?

—¿Zack, qué haces aquí en Seattle? —pregunto en el mismo tomo.

—Pues, luego de salir de rehabilitación, vine aquí para ayudarle a mi tía con la cafetería —explica.

—¿Tu tía es la señora Mary?

—Sí. ¿La conoces?

—Claro que sí —le sonrío ampliamente—. Vengo aquí desde que era niña niña.

—Vaya, que pequeño es el mundo —me decida una pequeña sonrisa y luego parece volver a centrarse—. Cierto, seguramente quieres un café o algo... Pero tendrás que esperar un poco, lo siento. El local está lleno y estoy solo.

Él vuelve a lo que estaba haciendo anteriormente, sin dejar de hablar.

—¿No hay quien te ayude? —le pregunto.

Roomies • Aidan Y T/n • [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora