Capítulo 26 •Fisioterapia•

776 65 8
                                    


☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

T/n.

Dos meses después.

Hola, en este momento no puedo contestar —mi esperanza muere cuando escucho el contestador automático —. Deja tu mensaje y te llamaré en cuanto pueda, bye.

—Hola, Aidan —hablo luego que suena el pitido que me da paso para dejar mi mensaje—. No sé que está pasando y por que no me contestas, pero espero que todo esté bien. Mandame un mensaje, al menos, para así no preocuparme tanto.

Te amo.

Esas palabras se atoran en mi garganta. Quiero decírselo, porque en serio lo amo, pero... No lo entiendo. No puedo decirlas, es tan confuso, incluso para mi.

Tal vez, algo en el fondo de mí, me dice que será mejor decírselo en persona cuando salga de aquí.

Suelto un suspiro frustrado mientras cuelgo el mensaje justo cuando mis padres entran a la habitación del hospital. Ambos deben de ver mi expresión de incertidumbre ya que hacen una mueca.

—¿Aún no contesta? —pregunta mi madre acercándose a mi.

—No —niego—. ¿Ustedes saben algo?

Ellos comparten una mirada rápida y mi ánimo decae más cuando ambos niegan.

—Ya no te aflijas, cariño —mamá toma mi mano—. Vamos, tienes que ir a la fisioterapia.

—No quiero ir, mamá —hago una mueca—. Me duele todo cuando me muevo.

—Precisamente para eso es la fisioterapia —habla mi padre—. Para que tu cuerpo vuelva a recuperar movilidad y ya no te duela. Vamos, te ayudaremos.

—Ya qué, no tengo opción —suspiro resignada.

Ellos me ayudan a subirme a la silla de ruedas y luego llevarme a la sala donde recibo mi terapia.

Luego de mi última operación, que fue en el corazón, caí en coma. Casi muero. Los doctores les decían a mis padres que lo mejor sería desconectarme, ya me habían declarado en estado vegetal.

Pero mis papás no se rindieron, aún tenían esperanza y pidieron un poco más de tiempo. Supongo que fue su fe y oraciones lo que hicieron que por fin despertara. Jamás olvidaré las lágrimas de mis padres y de mi hermano al verme despertar.

Desde ese día ha pasado un mes. Y ahora estoy en constante chequeo y yendo a la fisioterapia. Luego de tanto tiempo sin moverme, mi cuerpo se debilitó en gran manera y ahora tengo que recibir terapia para recuperarme por completo. Aunque resulte un martirio moverme, siento como si mis huesos se fueran a desprender.

Al llegar a la sala, en el pasillo de espera, veo a otro chico castaño en silla de ruedas. Ya lo había visto en otras ocasiones viniendo aquí, pero solo de lejos, nunca hemos hablado. Él me ve y me dedica una sonrisa amable y yo se la devuelvo.

—Iremos a hablar con el doctor —informa mi madre mientras me dejan cerca de las sillas de espera—. Quédate aquí.

«Como si pudiera moverme» Pienso para mis adentros pero solamente asiento y ellos entran al consultorio que está a un lado de la sala. El chico, que está a unos metros, mueve su silla y se acerca a mí.

—Hola, mucho gusto —me sonríe abiertamente—. Te había visto en un par de ocasiones pero no había tenido la oportunidad de conocerte. Soy Zack.

Me tiende su mano y la veo durante unos segundos antes de extenderle la mía, pero mientras lo hago, siento un dolor atravesar todo mi abrazo. Hago un esfuerzo sobrenatural para no hacer un gesto que me delate.

Roomies • Aidan Y T/n • [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora