Capítulo 4 •Halloween•

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Halloween había llegado.

Estoy en mi habitación terminado de alistarme. Había optado por disfrazarme de bruja, pero el disfraz no era muy extravagante.

Consistía en un vestido negro sin tirantes, corto hasta la mitad de mis muslos y se ajusta a mi cuerpo, vienen incluidos unos guantes que llegan poco más arriba de mis codos, con pequeñas plumas al final. Los complemento con unas botas de tacón igualmente negras que suben poco más arriba de mis rodillas.

Mi maquillaje tampoco es algo muy llamativo, pero combina bastante bien con el disfraz.

Veo el sombrero que está en mi cama, es parte de mi atuendo, es puntiagudo y trae unas pequeñas plumas en el borde, lo agarro pero no me lo pongo.

Salgo de mi habitación y al entrar en la sala veo a Aidan en el sofá con su computador, él al verme llegar me ve de pies a cabeza.

—Ey, los ojos los tengo a aquí arriba, idiota —le chasqueo los dedos.

—¿De qué se supone que vas disfrazada? —frunce el ceño.

—Del amor de tu vida —le respondo sarcástica.

—Por suerte es solo el disfraz, imagínate tú como el amor de mi vida, sería mi karma —niega y yo pongo los ojos en blanco.

—Idiota ¿No ves que soy una bruja? —me pongo el sombrero.

—Para ti es halloween todo el año ¿No, princesa? —sonríe son burla.

—¿Por qué lo dices? —lo miro confundida.

—Porque todo el tiempo pareces una bruja, y te comportas como una bruja —hace un mueca.

—Dices que parezco una bruja pero siempre me dices "princesa" ¿Por que?

—Porque pareces Cenicienta antes del bibidi babidi bu.

—Imbécil —le hago mala cara. Pocos segundos después lo veo de pies a cabeza.

—Ey, los ojos los tengo aquí arriba —él, al notar mi mirada, repite el gesto que yo hice anteriormente.

—¿Y tú de qué se supone que vas disfrazado?

—Aún no me disfrazo, dah —dice obvio.

—Osea que ¿El disfraz de idiota lo llevas siempre?

—¡Ja, ja! Muy graciosa, princesa —suelta un risa irónica—. Te vas a enamorar de mi cuando me veas disfrazado.

—En tus sueños, Gallagher.

—Veremos si sigues diciendo lo mismo cuando lo veas —cierra su computador, se levanta del sofá y se va a su habitación.

—Es un idiota con el ego más grande que su cerebro —susurro para mi misma.

Decido subir un par de fotos de mi disfraz a mis redes sociales mientras espero a Aidan, de paso veo las fotos que mis amigos subieron disfrazados.

Hannah va disfrazada de hada, de verdad que le favorece bastante el atuendo. Cameron está disfrazado de policía. Un grupito de excompañeras del instituto se disfrazaron de las chicas súperpoderosas.

Y así sigo matando el tiempo viendo los disfraces de otros amigos y de las celebridades que sigo, hasta que Aidan regresa.

—¿Qué te parece, princesa? —sonríe y hace un pequeño movimiento como de modelaje.

Primero me fijo en el traje negro que lleva puesto. Camisa blanca, la parte de abajo metida bajo el pantalón negro, chaleco bajo el saco y una corbata del mismo color, todo se le ajusta perfectamente bien a su cuerpo. Si no fuera por las manchas, que parecen golpes, que traer en la cara diría que no está vestido para halloween, si no que para alguna fiesta elegante.

Yo si me como ese bombón.

—¿Quieres que te traiga un vaso? —la voz de Aidan me obliga a regresar mi mente a la tierra.

—¿Ah? —es lo único que sale de mi boca y me siento como una completa estúpida.

—Para que recojas la baba que estás tirando por mi —y vamos, esa maldita sonrisa otra vez, sabe en que momento hacerla para fastidiarme.

—Estoy viendo lo ridículo que te ves ¿Qué se supone que eres?

—Que falta de cultura —pone ambas manos a los lados de sus caderas—. Soy John Wick ¿No ves?

—Copia barata de John Wick, será —hago una mueca—. Le estás faltando el respeto a unas de las mejores películas del mundo con tu disfraz.

—Bueno, al menos yo estoy resaltando lo guapo que me veo, en cambio tú, solo estás resaltando lo bruja que eres todos los días.

—Y tú todos los días resaltas lo idiota que eres.

±¿Sabes? Eres insoportable, mejor vámonos, nos están esperando —coge sus llaves y se dirige a la puerta pero antes de que llegue lo detengo del brazo.

—Oye, no te hagas, primero pagame.

—Cuando la cena termine te doy tu dinero —voltea los ojos.

—No, me pagarás ahora o no te ayudo.

—Bien —rendido, saca su billetera y me da cincuenta dólares, yo lo miro como si estuviera haciéndome una broma.

—Quedamos que eran cien.

—Cincuenta porciento del trato ahora y el otro cincuenta después.

—El trato incluía un favor —le recuerdo—. La otra mitad será ese favor, así dame mis cien dólares justo ahora, Gallagher.

—Contigo no se puede, de verdad —rendido, saca otros cincuenta dólares y me los da—. Más te vale que tu actuación sea convincente.

Pongo los ojos en blanco, tomo mi bolso que está en la mesita que hay en el pasillo de la entrada y meto ahí el dinero para luego salir del apartamento con Aidan siguiéndome.

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Roomies • Aidan Y T/n • [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora