Capítulo 36 •Un error•

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¡Dios!

Que dolor de cabeza más infernal.

Despierto lentamente pero me obligo a mantener mis ojos cerrados. Sólo quiero seguir durmiendo, estoy exhausta, siento como si hubiese pasado la noche entera haciendo ejercicio.

Y ni hablar del dolor de cabeza de mil demonios que tengo.

Me remuevo sobre mi cama, abrazando más la almohada que está junto a mí. Pero... No es una almohada, es algo más solido...

Poco a poco soy más consciente del torso desnudo y cálido en el que reposa mi cabeza y mi brazo, de las piernas que están enredadas con las mías y de la mano que sujeta mi cintura.

A regañadientes y totalmente desconcertada, me obligo a abrir los ojos y poco a poco voy enfocando la mirada. Espero encontrarme con la vista a la cuidad que tiene mi habitación en el apartamento de Cameron, pero no, en su lugar me encuentro con un escritorio y en él reposa una guitarra y...

Una guitarra.

Mierda.

No, no puede ser posible.

Sigo paseando la vista por el lugar y me maldigo para mis adentros cuando reconozco la estancia.

Es la maldita habitación de Aidan.

¿Qué mierda pasó anoche?

Levanto la mirada y me encuentro con el rostro de Aidan, quien duerme plácidamente bajo mi cuerpo mientras mi corazón late con rapidez en mi pecho y mi mente revive todos mis recuerdos de la noche anterior.

Había llegado a aquel bar para distraerme, pero no contaba con que Aidan estaría en ese mismo lugar, luego él y yo habíamos llegado a su apartamento, completamente borrachos, luego vino nuestra pequeña discusión, después vinieron los besos y luego...

No, no, no. ¡No!

Eso no pudo haber ocurrido. No debió de haber pasado.

¡Cómo fui tan estúpida como para dejarme llevar por mis emociones!

Tomo respiraciones profundas, tratando de mantener la calma y pensar con claridad. Lo primero que debo de hacer es salir de aquí inmediatamente antes que Aidan despierte.

Cuidando de no despertarlo, quito su mano de mi cintura y salgo de la cama.

—T/n... —lo escucho murmurar a mis espaldas.

Suelto una maldición entre dientes antes de voltearme, esperando verlo ya despierto. Pero no lo está, sigue durmiendo con tranquilidad.

Suspiro aliviada para volver a lo que estaba haciendo. Me visto rápidamente, tomo mis cosas y me adentro en el baño. Reparo mi aspecto en el espejo; estoy hecha un desastre, no puedo salir así a la calle.

Mi cabello está alborotado, mi maquillaje corrido y... Algo en mi cuello me llama la atención más que cualquier otra cosa en mi cuerpo.

Hijo de... ¡Es un imbécil, lo voy a matar! Juro que me las va a pagar.

Tengo dos putos chupetones, uno en cada lado de mi cuello.

Frustrada, limpio mi cara y recojo mi cabello en un moño despeinado para luego salir apresurada del apartamento.

Me detengo antes de llegar al vestíbulo y me aseguro que Tyler no esté, que vergonzoso sería que me viera salir con las pintas que traigo.

Una vez ya fuera del edificio, la cegadora luz del sol da directamente a mi cara, aumentando el dolor en mi cabeza, que punza a niveles exorbitantes.

Roomies • Aidan Y T/n • [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora