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Resultó, que los besos no eran una cosa de solo una vez. Ridgewell parecía pensar que ahora que lo había hecho una vez, tenía el derecho de meter su lengua en la boca de Tord cuando quisiera y él parecía quererlo muy a menudo. Como resultado, Tord había estado pasando un montón de tiempo en el regazo de Ridgewell, con la lengua de su profesor en su boca y las manos en su culo. Lo último le hizo sentir un poco incómodo, pero Ridgewell no parecía querer otra cosa.

Tord pensó que el chico no podía evitarlo, así que no hizo un escándalo sobre ello. Por lo general, después de unos diez minutos de besarse duro, Ridgewell le ordenaba que se la chupara, pero hoy se estaba tomando su tiempo, besándolo una y otra vez, profundo y muy sucio, hasta que Tord apenas podía respirar. La sensación familiar de estar completamente abrumado estaba de vuelta, y Tord se encontró a sí mismo jadeando y haciendo pequeños ruiditos ni siquiera estaba seguro de por qué. Era simplemente demasiado. Él no estaba seguro de si le gustaba este sentimiento el sentimiento de estar completamente abrumado o lo odiaba.

Por fin, Ridgewell rompió el beso, pero en lugar de simplemente ordenarle que se la chupara, como generalmente hacía, él comenzó a bajar besando por el cuello de Tord.

–Err, estoy bastante seguro de que esto no era parte del trato. –Dijo Tord. Ridgewell lo ignoró, por supuesto. Tord puso los ojos. Desde que todo empezó, había descubierto que en realidad Ridgewell se mantuvo a sí mismo bajo control en clases y no demostró el alcance de su... personalidad. Cuando estaban solos, Ridgewell no se contenía: era completamente dominante. Todo tenía que hacerse del modo en que Ridgewell quería. Tord fue arrancado de sus pensamientos cuando sintió la gran mano de Ridgewell deslizarse bajo su remera para acariciar su espalda desnuda.

–Cómo que estás cruzando la línea. –Tord murmuró, aunque si era honesto consigo mismo, no le molestaba tanto que Ridgewell lo tocara. Se preguntó si debía hacerlo.

No era la primera vez que se le había ocurrido a Tord, que él no estaba ni cerca de estar tan asustado por todo el asunto como probablemente debería haberlo estado. Pero, de nuevo, él tenía la polla del tío en su boca todos los días. Esto no era nada.

–Sacamela y masturbarme. –Ridgewell continuó mordisqueando su cuello agresivamente.

Antes de que Tord pudiera hacerlo, el teléfono celular de Ridgewell empezó a vibrar en el escritorio. Maldiciendo entre dientes, Ridgewell levantó la cabeza del cuello de Tord y extendió la mano por su teléfono.

–¿Sí? –Espetó sin mirar el identificador de llamadas. Tord observó con interés como la cara de Ridgewell se convirtió en una máscara de piedra. Obviamente, no le gustaba lo que sea que quien fuera que llamara le decía, porque su voz se volvió dura.

–No me interesa, Tamara. –Una pausa. –Me importa un bledo lo que quiere, guarda tu aliento, no estoy yendo. –Despertada su curiosidad, Tord se acercó al teléfono, tratando de escuchar lo que estaban diciendo.

–...padre está muy enfermo, Thomas. –La mujer dijo. –Te juro que no estoy mintiendo, el nunca lo admitiría, pero yo sé que él quiere verte antes de antes... Por favor, por mí. –La mandíbula de Ridgewell se apretó.

–Yo no voy a hacer lo que él quiere que haga, yo no me voy a casar con esa niña tonta.

–Susan es una joven agradable. –Dijo Tamara. –Sí, su padre es amigo de nuestro padre, pero ella no es su padre, ella es amable y–

–Tamara… –Ridgewell la interrumpió, clavando la vista en su escritorio. –Te estás olvidando de algo, no me interesan las mujeres e incluso si lo hicieran, nunca me habría casado con la mujer que él eligió para mí. –Tamara suspiró.

–Sólo ven a casa este fin de semana, eso es lo único que te pido. –Ridgewell se pellizcó el puente de la nariz.

–Bien. –Escupió. Colgó bruscamente y tiró el teléfono sobre su escritorio.

–¿Tu hermana? –Dijo Tord. Pensando que Ridgewell ya no estaría de humor para sexo, estaba a punto de deslizarse de su regazo cuando Ridgewell lo agarró y lo tiró en un beso. El beso fue cruel, duro y castigador. Se terminó tan rápido como empezó. Ridgewell le agarró de la barbilla y lo miró fijamente, la ira aun rodando fuera de él en oleadas.

–Tú vas a acompañarme. –Tord se rió entre dientes.

–¿Lo haré? Gracias por informarme.

–Te voy a pagar. –Dijo Ridgewell, en absoluto inmutado. –Otros tres mil por el fin de semana. –Tord se le quedó mirando.

–No puedes estar hablando en serio. ¿Estás dispuesto a pagarme tres mil dólares sólo para molestar a tu padre? –La mirada que Ridgewell le dirigió le habría hecho estremecerse algunas semanas atrás.

–Eso no es asunto tuyo. –Echó un vistazo a su reloj. –Son casi las dos, vete a casa y empaca para el fin de semana, voy a recogerte en dos horas. –Tord puso las manos sobre los hombros de Ridgewell.

–Whoa, espera un segundo, yo no voy a ir a ningún lado, lo digo en serio, no puedo. –Ridgewell le lanzó una mirada irritada.

–¿Por qué no? –Tord vaciló.

–Tengo dos hermanas pequeñas, tienen sólo cuatro años, no puedo dejarlas el fin de semana, no tienen a nadie más. –Ridgewell tenía una expresión en su rostro que Tord no podía leer.

–Consígueles una niñera, yo lo pagaré. –Poniendo los ojos, Tord saltó de su regazo.

–¿Esa es tu respuesta para todo? No se puede comprar todo ¿sabes? Yo no voy a dejar a las niñas con alguien que no conocen, su niñera habitual tiene el fin de semana libre. –Ridgewell exhaló un suspiro, sus cejas alzándose levemente mientras el ceño fruncido alcanzaba sus labios.

–Bien, trae a las mocosas con nosotros. –Tord hizo una pausa antes de enfrentársele.

–Yo no creo que sea una buena idea. Ellas se ponen ansiosas con los extraños, y tú... bueno, tú eres tú. –Una sonrisa irónica apareció en el rostro de Ridgewell.

–Contrariamente a la opinión popular, yo no como bebés para el desayuno. –Se puso de pie y caminó hacia Tord.

–Te vienes conmigo. –Dijo, deteniéndose frente a él. –No me importa lo que hagas con las niñas, pero tú te vienes conmigo. –Antes de que Tord pudiera decir nada, Ridgewell lo agarró del cuello y lo tiró en un beso.

Unos minutos más tarde Ridgewell finalmente le permitió respirar de nuevo, y Tord estuvo perturbado de encontrar sus dedos apretados en la camisa de Ridgewell.

–Correcto. –Dijo, un tanto aturdido, parpadeando. Ridgewell le dio un empujón hacia la puerta.

–Te recogeré en dos horas. Conozco tu dirección.

–Correcto. –Dijo Tord de nuevo y se fue, sintiéndose más que un poco confundido y asustado.



















Bueno una persona me pidió actualizar esta historia así que aproveche que este capítulo no es muy largo y lo deje tal cual, solo cambie nombres JSJS
BeaTriz014839 aquí no hay sepso pero en el siguiente hay hotsisidad, ya ando redscribiendolo para ustedes puercos ☝️
-F r a n


Retorcido [TomTord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora