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-¿A dónde vamos? -Preguntó Ell, tirando de la mano de Tord.

-¿Quién va a venir y llevarnos? -Preguntó Matilda, saltando con entusiasmo y tirando de su otra mano. Tord miró entre sus caritas emocionadas e hizo una mueca en su interior. Esta era una idea muy mala y terrible.

-Un amigo. -Dijo, eligiendo responderle a Matilda, ya que no tenía idea a dónde irían. Presumiblemente a visitar al padre de Ridgewell, parecía que el y su padre tenían desacuerdos por decirlo de forma sutil así que Tord dudaba que fuera a ser una cálida reunión familiar, incluso sin tomar en cuenta que Ridgewell le estaba llevando sólo para molestar a su padre. Arrastrar a Ell y a Matilda en esto no era una buena idea, pero por otra parte... tres mil dólares era una cantidad considerable. No tendría que preocuparse de los salarios de la señora Hawkins durante unos cuantos meses.

-¿Es él? ¿Es él? -Matilda salto poniéndose aún más emocionada mientras señalaba al Mercedes negro que había estacionado en el frente a ellos.

-Probablemente. -Dijo Tord. -Vamos. -El tomó su maleta y agarró la mano de Matilda con su otra mano. Se podía confiar en Ell para que se quedara quieta y cerca, pero no en Matilda, era muy inquieta. Las puertas del Mercedes se abrieron cuando llegaron a él. Tord se sorprendió al encontrar que Ridgewell había instalado asientos de seguridad para niños instalados.

-Hey. -Le dijo a Ridgewell, sintiéndose torpe y fuera de balance, nunca supuso que Ridgewell conociera a sus hermanas.

-Ell, Melissa, saluden al Sr. Ridgewell.

-¡Yo no soy Melissa! -Dijo Matilda entre pucheros. Tord ocultó una sonrisa.

-Ell, Matilda, saluden al Sr. Ridgewell.

-¡Hola, Sr. Ridgewell! -Dijeron juntas al mismo tiempo, Tord sintió una oleada de orgullo. Ellas solo tenían cuatro años, pero eran muy inteligentes y hablaban claro, parecían angelitos, sonriéndole tímidamente al hombre. Cualquier persona con un corazón les habría regresado la sonrisa con ternura, al parecer, no Thomas Ridgewell. Ridgewell estudió a las niñas como si fuesen especímenes de otro planeta antes de asentir suavemente para luego girar de nuevo hacia Tord.

-Consigue ponerlas en sus sillas, yo guardo tu maleta en el maletero. -Tord solo rodó los ojos, preguntándose qué había vuelto a Ridgewell tal monstruo del control, fue una orden completamente innecesaria.

Para el momento en que las niñas estaban sentadas y aseguradas en el asiento trasero, Ridgewell había vuelto al asiento del conductor. Tord miró a las niñas una última vez antes de cerrar la puerta con cuidado y tomar su asiento de copiloto.

-Antes de irnos, quiero dejar algo bien claro. -Dijo Tord, bajando la voz para que las niñas no escucharán. -Sé muy poco acerca de su familia, pero no vas a arrastrar a las niñas en tus problemas familiares. Si alguien las tratan mal, nos iremos, tu dinero se va a la mierda ¿Lo entiendes? -Ridgewell lo miró por un momento.

-Nadie va a tratarlas mal. -Dijo antes de inclinarse, agarrando la barbilla de Tord y cortando distancia con el en un beso dominante, Tord frunció el ceño no era ni el momento ni el lugar pero Ridgewell sostenía firmemente su cara, sus labios fuertes y hambrientos, su lengua profundizando en la boca de Tord, como si estuviese reclamando su propiedad, y muy pronto, Tord se encontró completamente abrumado por la intensidad del beso, que continuó, y continuó, y continuó.

-Tord ¿estás herido? -Con un jadeo, Tord empujó a Ridgewell a distancia y centró su mirada en Ell.

-¿Qué? ¡No! -Un pequeño fruncido apareció entre sus pequeñas cejas.

-Pensé que estabas herido, estabas haciendo ruidos. -El rostro de Tord se calentó, determinadamente evitaba mirar a Ridgewell.

-Yo no estaba haciendo ruidos.

Retorcido [TomTord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora