Capítulo 7.

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Jaxon.

Decir que no disfrutaba ver a Maya sentada en el sofá observándonos a todos con resguardo sería mentir de forma vil. La verdad me daba un poco de gracia que ella mantuviera una actitud tan reservada, mientras el pequeño demonio no dejaba de observar, tocar y preguntar acerca de todo. Ya se había tomado más de diez fotos con cada uno, y llevaba el suficiente tiempo en la habitación para que pudiera declararla un remolino de energía.

De reojo capté a Ryle ocupar el sitio junto a Maya y permanecí atento mientras Lochan señalaba algo en la computadora. No quería que la incordiara, según había descubierto, su nueva versión no era tan paciente como años atrás y por algún motivo desconocido se ponía peor cerca de nosotros.

―¿Cómo te encuentras, darling? ―Abrí los ojos de más y justo cuando estaba por acercarme Marc lo hizo.

―Conoces a mi novia, ¿no? ―cuestionó golpeando al otro en la nuca con naturalidad―. Carla, es profesora en tu guardería. ―El rostro de la rubia se destensó un tanto antes de asentir.

El pelirrojo se marchó prometiendo regresar y los dejó a ambos charlando. Lamí mis labios mientras detallaba a la mujer. Sus pestañas largas, su nariz de punta redonda con un par de pecas nuevas por encima, sus labios rellenos y rosas. Mis ojos siguieron recorriéndola como si fluyeran solos y encontraron los dos lunares en su cuello, seguí bajando para ver sus...

―¿Quieres una servilleta para limpiarte la baba?

Volteé los ojos al escuchar a Andrew hablar a mi lado.

―Cállate.

―La verdad te perseguirá. ―Declaró mientras yo me acercaba a los niños que jugaban con la cámara y los filtros de la computadora.

―¡Jax! ―Sonreí al ver la efusividad de Madeline―. ¡Mira soy un gato! ―Me mostró su foto con el filtro de la computadora.

―Eres un gato muy feo. ―Arrugué la nariz y ella frunció el ceño indignada, se subió sobre la silla para ganar algo de altura y me señaló con su dedito.

―El filtro se quita, pero tú seguirás siendo un hombre muy horrible.

―Niña grosera. ―Me quejé.

―Hombre inmaduro.

―¿Disculpa? ―Enarqué una ceja y me crucé de brazos―. ¿Quién está usando un filtro de gatito?

―¿Quién está discutiendo con una niña de cinco años? ―Fruncí el ceño ante la nueva información.

―¿Tienes... cinco años?

―Sip. ―Alzó esa cantidad de dedos y yo retrocedí un paso.

―Es hora de irnos.

Maya nos sacó de nuestra pequeña charla. La niña no dijo nada, sin embargo, infló las mejillas y luego expulsó el aire en una protesta muda. Me paré delante de ella y observé a mi ex mejor amiga.

―La pizza no debe tardar en llegar, dijeron que se quedarían a cenar.

―He cambiado de opinión ―dijo por lo bajo―. Maddie mañana tiene que levantarse temprano.

―No mami, mañana es sábado. ―Dirigió una mirada de advertencia a la niña―. No tenemos planes. ―Añadió sonriente y tomó mi mano con confianza derritiéndome el corazón.

Ese gesto disgustó tanto a Maya que en el acto estaba tomando a la pequeña en brazos para alejarla de mí. Algo en mi pecho punzó ante aquél desprecio, pero no dije nada. Me aclaré la garganta y observé a mi sobrino que miraba a Madeline, deseando de que se quedara.

Siempre fuimos nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora