Capítulo 29.

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Jaxon.

Me removí y parpadeé con lentitud entre sueños. Al abrir los ojos por completo una sonrisa perezosa ocupó mi boca al ver a Maya recostada sobre mí. En algún punto de la noche nos habíamos dormido en el sofá y ahora, la mujer rubia se encontraba con la mitad del cuerpo sobre el mío y la cabeza enterrada en mi cuello.

Sin moverme mucho nos acomodé mejor y exhalé un suspiro suave. Mientras crecía había tenido innumerables pijamadas con Maya, pero en la mayoría terminábamos usando sacos de dormir o, en mi caso una vez que fui algo mayor, un colchón inflable. En ninguna de esas ocasiones sentí lo que estaba sintiendo ahora. Había algo inexplicable y asombroso en la manera en que nuestros cuerpos estaban enredados. Sentía una paz impresionante cuando su respiración cálida chocaba contra mi piel y eso solo hacía que mis ansias de probar sus labios de nuevo se incrementaran.

Extendí el brazo para tomar mi teléfono del borde del sofá e hice una mueca al leer la cantidad de mensajes y llamadas perdidas que tenía de Jenna y los chicos. Eran apenas las ocho de la mañana y el suave barullo que causaban los paparazis desde el exterior del edificio ya podía escucharse, así que sin necesidad de escuchar los mensajes de Jenna podía concluir que nuestros amigos de la prensa habían descubierto mi paradero.

―Buenos días. ―Bajé la mirada al escuchar el suave susurro de Maya.

Sonreí al ver que no se apartó del tirón.

―Buenos días. ―Se incorporó despacio con la mano en su frente―. ¿Estás bien?

―Sí, solo algo adolorida.

―¿Quieres una pastilla?

Negó.

―Se me pasará. ―Bostezó y dirigió la mirada hasta el ruido del exterior.

―Creo que saben que estoy aquí, lo siento.

―No es culpa tuya, ellos son los animales. ―Suspiró―. Los odio.

―Yo también. ―Me senté a su lado antes de levantarme para estirar los músculos―. Tengo que encontrarme con Jenna para redactar un comunicado en una hora, luego me ayudará a prepararme para la rueda de prensa.

―¿Quieres quedarte a desayunar?

―Si no te importa. ―Negó.

―¿Te importaría despertar a Maddie?, yo tengo que hacer el desayuno.

―Claro. ―Sonreí feliz y caminé con ese mismo humor hasta el cuarto de mi hija.

*

Salir del departamento había sido un problema que pudimos minimizar gracias al equipo de seguridad. Siguiendo el consejo de Jenn no di declaraciones, aun cuando me vi tentado a mandar a unos cuantos a la mierda. Madeline por suerte había logrado ignorar las preguntas y gritos con un par de audífonos que le había dado. Maya, por otro lado, había escuchado todo mientras subía al auto y ahora se encontraba en silencio escondiéndose tras sus gafas de sol.

Hice una mueca y, sin poder resistirme, tomé su mano.

―Maya, habla conmigo.

―Estoy bien.

Sabía que mentía, pero decidí no insistir y darle su espacio. Por lo que me limité a tomar su mano, ella me dio un suave apretón, pero se mantuvo en silencio el resto del camino.

―Papá, ¿cuándo esas personas dejarán de venir a mi casa? ―Miré a la pequeña pelinegra que ahora sostenía los audífonos.

―Estoy haciendo todo lo posible por que se vayan, pequeña, solo dame un par de días.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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