Capítulo 17.

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Jaxon.

Llevaba dos días enteros sin dormir bien y eso se estaba reflejando en el ensayo en el que llevábamos dos horas atascados. Todo iba fenomenal, hasta que llegaba mi solo, no podía llegar al final sin tocar la nota equivocada. Los chicos ya estaban mirándose entre sí con preocupación y yo no podía hacer otra cosa que disculparme una y otra vez hasta que me rendí. No saldría nada bueno de aquí. Dejé la guitarra en el soporte y suspiré pasando las manos por mi cabello.

―¿Qué te pasa, hermano? ―preguntó Andrew con preocupación.

―Lo siento, chicos hoy... simplemente no puedo.

―Bueno, vas a tener que darnos una mejor explicación de por qué estás tocando de la mierda ―dijo Ryle, Marco golpeó su cabeza haciendo que se quejara―. ¿Qué?, es la verdad.

―Empatía, hombre, empatía ―dijo Nick volteando los ojos―. Propongo que vayamos a almorzar a esa pizzería pequeña y nos pongamos al día.

―No, la prensa llegaría en menos de un minuto ―razonó Marco―. Propongo que tengamos una cena en el auto.

Sonreí recordando esa antigua tradición que comenzamos el primer día que uno de nosotros jodió un ensayo. Era simple. Pedíamos comida para llevar y comíamos dentro del auto usando las ventanas polarizadas como un telón para evitar a la prensa. Así que una vez más, treinta minutos después estábamos en el inmenso auto familiar de Nick con seis tipos de pizza distintos y todos sus ojos y oídos puestos en mí.

―Desembucha, ¿por qué la cara de mierda?

―¡Ryle! ―reprendieron todos.

―¡Ay, dramáticos! ―Se quejó―. Ya no digo nada.

Suspiré y pasé la mano por mi cabello despeinándolo todavía más.

―Yo... fui a casa de Maya hace unos días.

―¡Lo sabía, joder!, ¡paga, pedazo de cabrón! ―Ryle extendió la mano en dirección a Andrew que le entregó un par de billetes con gesto agotado.

―¿Pueden dejar sus apuestas para después?, tenemos algo importante aquí. ―Marco suspiró y me miró―. Continúa, Jaxon.

―El tipo del otro día apareció y desde el principio me pareció muy extraño que no le diera ni siquiera un abrazo a su hija, es decir... es su padre y no la ve demasiado. ―Suspiré.

―Bueno, yo ni siquiera le hablo a mi padre ―alegó Ryle―. Tal vez ella no le tiene cariño por miedo a que se vaya o algo así.

―Eso pensé, pero a medida que avanzaba la cena más desapegado se veía y cuando llegó la hora de dormir de Maddie ni siquiera preguntó si podía quedarse para arroparla o algo así.

Todos fruncieron el ceño al mismo tiempo.

―¿Me estás diciendo que ni siquiera preguntó? ―cuestionó Nick.

―Raro de cojones ―dijo Ryle―. Mierda, digo... podía haber hecho el intento.

―Eso pensé yo, ahora veo que no estaba tan errado. ―Suspiré luego de tragar un trozo de pizza―. Cuando se fue, Maddie me invitó a escuchar el cuento que le contaría Maya para dormir y, sonará como una tontería, pero hizo algo que yo también hago cuando estoy medio dormido.

―¿Eso de arrugar las cejas, rascarte una y darle la espalda al mundo? ―preguntó Nick, lo miré con curiosidad―. Por Dios, sé las manías de todos aquí, esa es una de las más normalitas que tienes. ―Se encogió de hombros mientras el resto lo miraban algo curiosos.

―El punto es que ya había tenido mis dudas hace un tiempo, pero cuando Maya me dijo que su padre era este idiota se aplacaron. ―Apreté los dedos―. Sin embargo, volvieron a surgir, lo que me llevó a robar una taza de casa de Maya y llevárselo a Nancy para que pidiera algunos favores a sus compañeros de laboratorio quienes prometieron darme los resultados a finales de semana.

Siempre fuimos nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora