Capítulo 1.

41 7 0
                                    

Maya.

―¿Se lo dirás? ―Apreté los dedos entre sí mirando su expresión seria.

Ashley era mi hermana mayor, estaba a punto de graduarse como veterinaria y a pocos años de casarse con el amor de su vida. El chico que le había robado la última caja de cereal en el supermercado. Entre ella y yo existía una confianza que la convertía más en una mejor amiga que en una figura de autoridad y puede que por eso ahora estuviera en mi cama deseando saber lo que haría con mi penosa situación.

Mordisqueé la uña del pulgar observando las siete pruebas positivas frente a mí, porque sí, me había negado a aceptar el resultado a la primera. Mis padres aún estaban ajenos a todo y dudaba que se los fuera a decir en algún momento. Se decepcionarían demasiado y no era algo con lo que estuviera lista para lidiar.

―¿Estaría mal si no lo hago? ―Sonrió e hizo una seña para que me acostara a su lado.

―Bueno, Maya... ―Acarició mi cabello rubio cenizo igual al suyo―. Esta decisión cambiará por completo el futuro de ambos, ¿estás consciente de ello? ―Asentí en silencio―. Lo que vayas a hacer, él debería saberlo. ―Suspiré―. Después de todo, él la metió, Maya.

―¡Por favor, no lo digas así! ―supliqué poniendo una almohada sobre mi rostro.

―Es la verdad, y ahora debe responsabilizarse tanto como tú de este desastre. ―Me senté, incapaz de quedarme en una posición.

―No fue su culpa.

―Fue de ambos por tener sexo sin protección estando ebrios ―reprendió―. Fue una irresponsabilidad y aquí estás viendo el resultado. ―Señaló las pruebas sobre la cama y apreté los labios en una fina línea―. Llevas dos días sin dormir y una semana sin comer bien, no es sano y tampoco permitiré que sea eterno. ―Tomó mi mano entre las suyas y me miró con cariño―. Ya eres mayor de edad por lo que no puedo obligarte a ir siquiera a una consulta, pero ten presente que eres mi hermana y siempre querré lo mejor para ti. ―Añadió despacio sin abandonar el tono de reprimenda―. Pero, sino hablas con él entre hoy y mañana lo haré yo.

Fruncí el ceño. ―Me estás poniendo una precisa.

―Sí, de lo contrario, no irás. ―Una alarma sonó en su teléfono y maldijo por lo bajo―. Tengo clases, debo irme, lo siento. ―Tomó su bolso y se detuvo frente a mí para darme un beso cariñoso―. ¿Quieres que me las lleve? ―Asentí.

―Por favor, no le digas nada a nadie ―pedí mientras metía las pruebas en su bolso―. Ni siquiera a Luka.

―Eres mi hermana, May ―contestó como si eso fuera lo único que necesitara decirme―. Llama a Jaxon. ―Asentí y luego de eso se marchó.

Tomé mi teléfono y lo sopesé. No habíamos hablado desde... lo que pasó, no nos evitábamos, pero algo había cambiado y esa comodidad y miradas fugaces entre nosotros ya no existían. Habíamos roto trece años de amistad por una noche de sexo en mi sauna, solo esperaba que estuviéramos a tiempo de salvarnos. Mis ojos se empañaron por ello al leer su nombre encima del: «en línea». Lo extrañaba demasiado, extrañaba mis conversaciones diarias con él, nuestras bromas tontas, nuestros días de cine y fines de semana en el parque.

Suspiré y envié un saludo que no tardó en corresponder.

Maya: ¿Podemos hablar?

Tengo algo que decirte.

Jax: Claro que sí.

Yo también tengo algo que decirte. :)

Maya: ¿Mañana en el parque de siempre?

Jax: ¡Súper!

Llevaré café. ;)

Siempre fuimos nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora