Jaxon.
Suspiré mirando a la multitud disfrazada desde la mesa donde estaba acompañado por los chicos y Carla, la novia de Marco, que había sido persuadida por Ryle para venir con nosotros. Mi plan inicial para hoy era quedarme en mi habitación componiendo, pero los chicos se negaron, así que ahora estaba aquí, vestido con un costoso traje de pirata que Andrew compró para mí.
Miré sobre mi hombro al susodicho que parecía interesado en esa sirena que lo miraba con molestia, mientras, a su lado, estaba Ryle con una enfermera sexy sobre su pierna izquierda y una policía sobre la derecha, volteé los ojos cuando me hizo una seña invitándome a su perversión. En los asientos contrarios estaba Nick bebiendo de su trago con tranquilidad mientras charlaba con Marco y Carla.
Ignoré a los chicos de seguridad que nos rodeaban con disimulo y en ese justo momento sentí como si alguien apretara mi estómago en el mismo instante en que un escalofrío me recorrió. Fruncí el ceño y miré de nuevo el local, solo para que una sonrisa se trazara en mi boca al ver entrar a una bellísima versión sangrienta de la princesa Aurora, a su lado, estaba Ashley, disfrazada de Alicia del país de las maravillas. Golpeó las manos de la rubia que intentaba bajar un poco más esa linda y corta falda rosa al tiempo que la regañaba. Ojeé los alrededores buscando a Eric y mi felicidad ascendió al no encontrarlo.
―Parece que ya puedes dejar de ser miserable ―dijo Andrew parado a mi lado y viendo a Maya seguir a su hermana hasta la barra a regañadientes.
Lo miré de reojo.
―¿Mala suerte con la sirena?
―Me preguntó si me gustaban mis pelotas ―Hizo una mueca―, y luego me dijo que, si no dejaba de hablarle, me las cortaría para asegurarse de que no dejara mini yos por el mundo. ―Una carcajada brotó de mí―. No es chistoso.
―Me parece original.
―¡Encima me besó antes de irse! ―Alzó las manos al aire antes de pasarlas sobre su rostro con frustración―. No entiendo a las mujeres, creo que me haré célibe y...
―Me tenías hasta el desentendimiento. ―Me burlé y palmeé su hombro―. Si no le gustas, olvídala y a otra cosa. ―Me encogí de hombros haciendo que me frunciera el ceño.
―Sal de ese cuerpo, Ryle. ―Negué y bebí de mi vaso al regresar mi mirada a la barra.
Ese vestido sería mi perdición. No solo contaba con un escote impresionante en la parte frontal, si no que dejaba casi toda la espalda a la vista dejando al descubierto ese retazo de piel repleta de lunares que formaban las más hermosas constelaciones que mis ojos hayan tenido el placer de apreciar. Apreté la mano en un puño cuando la sentí zumbar y la solté antes de cambiar mi peso a la otra pierna.
―¿Te quedarás todo el tiempo viéndola como un acosador o serás normal e irás a saludar?
Una ola de realidad me golpeó haciéndome apartar los ojos de esa condenada faldita rosada.
―No quiero arruinar su noche ―admití―. A ella no le gusta pasar tiempo conmigo y si salió a divertirse lo menos que puedo hacer es dejarla tranquila.
―Ujumm... así que la invitas al ensayo, a comer y al concierto del fin de semana porque quieres dejarla tranquila. ―Asintió fingiendo entendimiento―. Eso no es contradictorio para nada, hombre.
―En cada oportunidad que ha tenido me ha dejado claro que lo hizo por Madeline, no tuvo nada que ver conmigo.
―¿Y tú le crees?
―¿Por qué no lo haría?
―Porque acaba de quedarse viéndote mientras se mordía el labio y giró nuevamente cuando vio que la atrapé. ―Se encogió de hombros―. Pero qué sabré yo de chicas. ―Se encogió de hombros antes de palmear mi hombro para regresar a la mesa.
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Siempre fuimos nosotros.
Genç KurguHay miles de errores que se pueden cometer en el mundo. Como dejar las llaves dentro de casa, dejar un grifo abierto, tal vez ponerse la camiseta al revés, derramar un vaso de agua en tu comida. Pero créanme, ninguno de esos es tan grave como el que...