Maya.
La puerta fue abierta por Nancy que le dio una sonrisa a los niños y una mirada más reservada en mi dirección. Line corrió dentro seguida de Kevin e hice el ademán de seguirlos cuando Nancy se aclaró la garganta y volteé en su dirección.
―¿Ya te contó? ―Asintió.
―No voy a juzgarte porque es tu vida y son tus decisiones. ―Se cruzó de brazos―. Pero espero que de ahora en adelante podamos actuar como una familia... de cierta manera y sin más secretos de ese tipo. ―Me dio una suave sonrisa.
―¿Cómo está Juliana?
Señaló con la cabeza hacia la puerta que daba al jardín.
―Ansiosa por verte.
Di media vuelta y salí al jardín. Había unos diez niños, sin contar a mi hija y sobrino, que parecían estarse divirtiendo a lo grande corriendo de un lado al otro.
―¡Mami quiero saltar en el trampolín! ―Sonreí.
―Dame tus zapatos.
Se agachó y con la punta de lengua afuera se los quitó antes de correr descalza hasta el trampolín. Kevin no tardó en hacer lo mismo.
―Chau, Maymay. ―Sacudí la mano con una sonrisa.
Tomé una silla vacía y la de mi lado fue ocupada en seguida por un pelirrojo que ya conocía bien.
―Joder, la mami ha llegado.
―Hola, Ryle. ―Sonreí y él me imitó.
―¿Qué tal?, ¿buscas a papi Jax?
―Am... no.
―Oh, entonces no te interesará mirar a la derecha donde una mamá soltera está parpadeándole en exceso.
Sin poder evitarlo miré y aunque lo escuché reír por lo bajo mantuve la mirada. Jaxon parecía ligeramente incómodo con los constantes toqueteos de la mujer, al menos hasta que... ¿Nick? Lo abordó y ambos se excusaron con una sonrisa.
Ryle tocó mi hombro captando mi atención.
―Él mira ese álbum de fotos todas las noches.
Fruncí el ceño.
―¿Cómo sabes del álbum?
―No es jodidamente importante. Y él no sabe que lo sé, pero creí que era correcto decírtelo. ―Se encogió de hombros y me dio una sonrisa antes de marcharse―. Adiós, mami Maya.
―Adiós, Ryle.
Saludé a Line que seguía feliz y saltando.
¿Lo veía y leía todas las noches?
Miré en su dirección, estaba de espaldas mientras hablaba con los chicos de la banda. ¿Se habría percatado de mi presencia?, seguramente no. ¿Habría vuelto a pensar en nuestro beso? Probablemente tampoco.
Sacudí la cabeza y al observar los alrededores vi a Juliana que me dio una dulce sonrisa. Me levanté y me acerqué en seguida para dar un beso en su mejilla, me agaché un poco y ella me abrazó desde su asiento.
―Perdona que no me levante, cariño, pero estas piernas mías ya no son lo que eran. ―Tomó mi mano libre de pequeños pares de zapatos y me agaché para poder escucharla mejor. Me miró con inmenso cariño y apoyó una mano en mi mejilla. ―No te preocupes, Juli.
―Estás tan guapa. La maternidad te sienta de maravilla.
―Gracias ―respondí, sonrojada―. Tú no has cambiado nada, estás estupenda. ―Sonreí antes de bajar la mirada apenada―. Supongo que Jaxon ya te contó.
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Siempre fuimos nosotros.
Dla nastolatkówHay miles de errores que se pueden cometer en el mundo. Como dejar las llaves dentro de casa, dejar un grifo abierto, tal vez ponerse la camiseta al revés, derramar un vaso de agua en tu comida. Pero créanme, ninguno de esos es tan grave como el que...