Maya.
Desde que Line había nacido mi sueño se había tornado ligero, no dormía profundo porque temía que se levantara en medio de la noche asustada o sintiéndose mal, era parte de mi papel como madre y no tenía quejas sobre ello. Bueno, tal vez solo una, que no iba directamente relacionada a mi hija, si no con el ser omnipotente que nos observaba desde su trono. ¿Por qué debía castigar a mi pequeña por mis errores con un virus estomacal que la dejó deshidratada de tanto vomitar y que, por consecuente, nos había arrastrado al hospital en la madrugada del viernes?
Llevaba catorce horas sin dormir y aunque Ashley se había ofrecido a venir al igual que Luka, me negué rotundamente. Ya había hecho suficiente llevándosela el miércoles cuando la bomba de mi foto con Jaxon estalló. Ni siquiera podía pensar en eso ahora, y realmente ya no me interesaba. Mientras no se metieran con mi hija, podían decir lo que desearan, había terminado de sentirme mal por culpa de ellos.
Apreté la manito de mi pequeña que ahora dormía en la camilla de hospital mientras un suero era ingresado en su cuerpo con lentitud. Besé sus deditos uno a uno y suspiré al ver su rostro pálido y sus labios casi blancos. Desde que tenía tres años, Line había tenido episodios de este tipo, pero nunca la había visto tan mal como en este momento y aunque, según los médicos estaba fuera de peligro, la preocupación y la angustia no disminuían en mí.
―Cariño. ―Alcé la vista al escuchar la voz de Ashley que sostenía a Kevin en sus brazos.
―Hola. ―dije con voz rasposa, no recordaba cuando había bebido agua por última vez.
La pequeña familia de tres se acercó a mí para saludar e hice lo que pude por corresponderles. Kevin se subió a la camilla y a sabiendas de que no debía despertarla solo hizo un puchero antes de darle un besito en la mejilla, mi corazón se derritió por el gesto.
―¿Mi pima está malita? ―Sonreí pasando una mano por su cabello.
―Sí, Kev. Made está enfermita, pero va a mejorar e irá a jugar contigo.
Sonrió un poquito antes de hacer otro tierno pucherito.
―¿Qué han dicho los médicos? ―preguntó Luka tomando a Kevin.
―Está fuera de peligro, pero debe quedarse en observación hasta que los vómitos disminuyan. ―Suspiré pasando una mano por mi rostro―. Aunque hace como una hora que no veo a ninguna enfermera, creo que es el cambio de turno o algo así.
Ashley asintió.
―¿Quieres que te traiga café o quieres ir al baño un momento mientras la cuido?
Miré a mi pequeña antes de asentir, necesitaba ir a por un café y estirar las piernas. Demasiadas horas en esa dura silla de acompañante ya estaban dándome dolor de espalda. Así que salí de la habitación dispuesta a regresar lo más rápido posible.
Me detuve frente a una máquina expendedora y presioné los botones adecuados para que mi café me espabilara. Apoyé la frente contra el cristal mientras lo preparaba y me permití cerrar los ojos un segundo.
―¿Maya? ―Giré la cabeza ante esa voz conocida.
―Nancy. ―Asentí con una sonrisa débil.
La mujer de cabello corto vestida de enfermera me observó con preocupación antes de acercarse y apoyar una mano en mi hombro.
―¿Qué sucede?
―Line está en observación, al parecer tiene un virus estomacal.
Alzó las cejas y miró su reloj antes de darme su mejor sonrisa alentadora de enfermera profesional.
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Siempre fuimos nosotros.
Fiksi RemajaHay miles de errores que se pueden cometer en el mundo. Como dejar las llaves dentro de casa, dejar un grifo abierto, tal vez ponerse la camiseta al revés, derramar un vaso de agua en tu comida. Pero créanme, ninguno de esos es tan grave como el que...