Maya.
Hoy había pasado más terror que en toda mi vida, porque en cuanto vi la horda de paparazis asumí que ya lo sabían y temí tanto por mi hija que en ese momento se encontraba lejos de mí. Sí, estaba con Jaxon, pero mi instinto maternal me hacía creer que Madeline nunca estaría tan segura con nadie como lo estaba conmigo, aun cuando sabía que su padre la cuidaría con su vida.
Ahora estaba de vuelta en mi casa intentando gestionar el escándalo que había inundado los medios y que ahora tenía a la mayoría de los padres de la guardería llenos de pánico porque sí, muchos paparazis se habían presentado en Wonder Land para aterrorizar con preguntas a tutores y niños.
Hasta ahora tenía seis bajas de la guardería y cuatro ausencias en la sala que me correspondía como profesora. Si esto seguía así pronto no me quedaría ningún estudiante, y por mucho que me jodiera, lo entendía. Porque si fuera al revés no me gustaría y jamás expondría a mi hija al estrés que suponía lidiar con esos leones muertos de hambre.
Suspiré agotada y me asomé por la ventana que estaba cubierta por las cortinas. Mierda, ellos no se marcharían nunca. Volví a la cocina donde tenía la isla llena de expedientes de alumnos y cuentas, tenía incluso una carta de la propietaria del terreno que estaba ansiosa de conseguir información de lo que había llamado «mi pequeño (gran) secreto».
Ashley me había llamado para comprobar cómo estaba y aunque se había ofrecido a venir me negué rotundamente. Eso significaría que la perseguirían hasta su casa y entonces viviría lo mismo que yo.
Mi hija, por su lado, se encontraba en la sala viendo la televisión mientras jugaba con sus muñecas. Sus ojitos seguían tristes por la interrupción abrupta que había tenido el almuerzo con su padre y sabía que su cabecita estaba inundada por la preocupación gracias a la venda que yo tenía. A estas alturas ni siquiera sentía dolor, el estrés estaba consumiéndome y cegándome.
―Y ahora en la sección de chismes, tenemos nada más y nada menos que el último bombazo ―dijo una presentadora en la televisión―. Queridos televidentes, el día de hoy ha salido a la luz el mayor secreto de Jaxon Samuels, el guitarrista de Mask Off, la banda mundialmente conocida. ―La periodista sonrió como si la primicia fuera lo mejor del siglo―. ¡El guitarrista tiene una hija de aproximadamente cinco años!, así como lo escuchan, querido público. ¿Se trata de una doble vida o de mera negligencia?, quédese para descubrirlo.
Me apresuré a cambiar el canal de televisión.
―¡El silencio se rompe, la hija de Jaxon Samuels sale a la luz!
Cambié el canal de nuevo.
―¡Jaxon Samuels y su hija secreta con una fan!
Apagué la maldita televisión y lancé el control al sofá con frustración. Caí sentada en el mismo sitio y hundí el rostro en las manos derrotada.
¿En qué momento mi vida se había ido al carajo?
―Mami, ¿estás triste porque esas señoras dicen cosas feas?
Alcé la mirada para ver a mi hija que se encontraba frente a mí acariciándome el cabello. Suspiré y la atraje para abrazarla y besar su cabeza.
―No, mi amor, estoy bien.
―Pero tus ojitos están tristes.
―¿Tú estás triste, Line? ―pregunté acomodándola en mi regazo.
―Tengo miedo, mami. ―Bajó la mirada―. Esos señores no fueron amables con papá y contigo. Decían cosas muy feas.
―Lo sé, cariño, pero no debes hacer caso a nada de eso. Son puras mentiras.
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Siempre fuimos nosotros.
Teen FictionHay miles de errores que se pueden cometer en el mundo. Como dejar las llaves dentro de casa, dejar un grifo abierto, tal vez ponerse la camiseta al revés, derramar un vaso de agua en tu comida. Pero créanme, ninguno de esos es tan grave como el que...