Maggie Rider.
Desperté agitada, casi sin poder respirar. Me senté en la cama e intenté regular mi respiración.
Había tenido una pesadilla, sobre eso.
Miré la hora, 8:12 am. Volví a suspirar.
Me levanté de la cama y fui directo al baño. Estaba del asco.
Se notaba que no había podido dormir en un par de días; tenía ojeras muy marcadas debajo de los ojos y estaba más pálida de lo usual. Me lavé los dientes y salí de ahí.
Me miré al espejo; aún tenía esas marcas detrás de los muslos, lo que me recordaba aquel día y sobre todo a la pesadilla.
Caminé hacia el armario y lo abrí, saqué un buzo negro un par de tallas más grandes junto con un pantalón del mismo color.
Me cambié y luego decidí salir de mi habitación.
Al bajar, mi madre estaba haciendo el desayuno.
-Buenos días -dije, sentándome en una de las sillas.
-Buenos días, Mag. ¿Cómo amaneciste? -dijo con una sonrisa cálida que generaba paz; las arrugas en su cara cada vez eran más notorias.
Sonreí levemente y agarré la taza que ella puso frente a mí para dar un sorbo.
-Mm, más o menos. Tuve una pesadilla, sobre esa vez -dije un poco bajo mientras seguía con la mirada a mi madre.
Ella dejó de hacer lo que estaba haciendo para darse vuelta y mirarme.
Su cara tenía un semblante serio y un poco triste.
-Oh, Mag, lo siento mucho. Yo...
-Está bien, mamá, solo fue una pesadilla nada más -dije sin dejarla terminar.
-Está bien, cariño. Ve a buscar tu mochila o vas a llegar tarde al instituto -dijo para darme una leve sonrisa y seguir con lo que estaba haciendo.
Subí a mi habitación en busca de mi mochila para ir al instituto. Mi madre tenía razón; si no me apuraba, iba a llegar tarde.
Al llegar, todo estaba como siempre. Cada uno en su grupo de amigos, las chicas iban de un lado a otro con sus lindos atuendos y sus peinados bien hechos, y los chicos hablaban y reían entre ellos.
Sonó la campana, así que entré al salón y me senté en uno de los asientos no tan atrás, pero tampoco en medio.
El profesor de literatura entró y, luego de saludarnos, empezó con su clase.
Estaba metida en mis pensamientos hasta que sentí una mirada puesta en mí.
Al darme vuelta, me encontré con la mirada fría de un chico; estaba sentado en la otra fila, justo en los últimos asientos, solo.
Lo miré directo a los ojos; lo había visto antes, pero no recordaba su nombre. Eso hizo que mi cuerpo tuviera un escalofrío.
Él sabía que yo lo conocía, así como él a mí.
Volví mi vista al frente y al terminar las clases volví a mi casa.
Estaba cansada, muy cansada de hecho.
Me cansaba escuchar los gritos de toda la gente por los pasillos; me molestaba mucho el ruido y la gente.
De hecho, me gustaba estar sola, el silencio.
No tenía amigos con quien hablar. Luego de lo que pasó, me alejé de todos ellos. No era bueno que estén cerca de mí, no luego de lo que pasó.
Dejé mi mochila sobre la silla del escritorio y me recosté en mi cama mirando al techo.
Luego de unos minutos, mis ojos empezaron a cerrarse y me quedé sumamente dormida.
Desperté a eso de la 1:30 am; no tenía sueño, así que decidí salir a caminar para relajarme.
Miré por la ventana; el viento hacía que las hojas de los árboles se movieran de lado a lado. Supuse que hacía frío, así que me puse una campera y salí de mi casa.
Caminé hasta dar con una calle que daba justo frente al bosque.
Siempre me había dado curiosidad el bosque. Era bastante denso, tenía árboles altos y flacos; el viento hacía que sus hojas se movieran de un lado al otro.
Solo se escuchaban algunos insectos y el ruido de las hojas, nada más.
Miré para ambos lados de la calle y, con mis manos en los bolsillos, decidí entrar.
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Obsession; Damian Fox.
FanfikceAsfil. Un pueblo de pocos habitantes, donde todos conocen a todos. O eso es lo que ellos piensan. Un pueblo que puede sacar lo peor de cada persona.