Damián Fox.
Padme y Maggie ya se habían ido.
Solo quedamos Poe y yo.
Ninguno de los dos hablaba, solo mirábamos el piso.
-Sabes que te apoyo en todo-dijo Poe sacándome del trance -Pero esto no está bien, ni siquiera para mi-
-Ella lo descubrió sola- mi voz sonaba fría y seca.
-Eso ya lo se Damián, pero lo demás?- dijo Poe sentándose mas a mi lado y mirándome a los ojos.
No respondí a eso, él solo suspiró y volví a mirar el piso.
-No será bueno si se entera lo de Padme-
-¿Crees que yo quería todo esto?- dije yo esta vez mirándolo a los ojos.
-Claro que si, se como la miras, si no fuera así hubieras dejado que se vaya fuera del pueblo-
Suspiré, odiaba cuando Poe tenía la razón.
-¿Qué planeas hacer Damián?- suspiró Poe.
-Ya tengo claro que haré- respondí seco.
-Esta bien, sabes que voy a apoyarte en todo- Poe se levantó del sofá.
-Bien-
-Debo irme, una linda presa me espera en casa- respondió Poe con una gran sonrisa en su rostro.
Tiré mi cabeza hacia atrás y suspiré profundo.
Habían pasado muchas cosas estos últimos días.
Mi plan iba perfectamente bien.
Volví a suspirar. Miré el techo y los recuerdos volvieron a mi mente.
El día estaba soleado, ya hacía un poco de calor.
Me encontraba sentado en mi escritorio leyendo un comic.
Mi ventana se encontraba levemente abierta para que un poco de aire entre.
Comencé a escuchar voces y risas.
Fruncí el ceño y decidí asomarme.
-Sparky! quédate quieto- se escuchó que alguien decía entre risas.
Me levanté de mi silla y al asomarme por la ventana me encontré a una pequeña niña jugando con un perro.
Era muy linda, su pelo era negro y estaba atado por dos trenzas bien hechas que caían sobre sus hombros, era algo bajita y su piel era suave y sin imperfecciones.
Se le notaba feliz.
-Ven Sparky!- dijo entre risas.
Ella lanzaba una pelota y el pequeño perro corría tras ella.
Nunca la había visto, supongo que se acababan de mudar a la casa al final de la calle.
Estuvo en venta por mucho tiempo pero veo que alguien ya la había comprado.
-Maggie cariño! no te alejes tanto- dijo al parecer su madre, quien se encontraba bajando cajas de un pequeño auto color azul.
Así que ese era su nombre, Maggie.
Su madre era muy parecida a ella, excepto que su madre era rubia y ella tenía el pelo muy oscuro.
Un golpe en la ventana me hizo salir del trance.
La pelota había golpeado mi ventana.
Ella se acercó corriendo con su pequeño perro detrás y cuando quedó frente a mi ventana bajo un poco la cabeza.
-Lo siento, no era mi intención golpear tu ventana- dijo mirando hacia abajo.
Yo no respondí.
Miré detrás de sus piernas, ahí se encontraba el pequeño cachorro intentando morder su cola.
Sonrío levemente al ver eso, ella pareció notarlo.
-Mira el es mi perro, se llama Sparky, te gusta?- dijo Maggie con una leve y tierna sonrisa en su rostro.
Yo solo asentí con la cabeza.
Su perro traía el mismo nombre que el perro de mi película favorita, Frankenweenie.
Ella acarició al perro -Se llama así por mi película favorita, Frankenweenie, la conoces?- sonrió mirándome mientras acariciaba a su perro.
Una leve sonrisa se formó en mi rostro.
-Si, también es mi película favorita- dije algo bajo, pero aún así ella logró escucharme.
Ella miró a su madre quien se encontraba guardando las últimas cajas.
-Debo irme, mamá no quiere que juegue hasta muy tarde afuera con Sparky- sonrió levemente y alzó a su pequeño perro en brazos.
Hizo un par de pasos hacia su casa y cuando estaba por irme ella dió media vuelta y se acercó a mi ventana.
-Antes de irme, cual es tu nombre?- preguntó.
-Damián- dije mirando a la pequeña niña que ahora se encontraba a tan solo unos pasos de mi ventana.
-Que lindo nombre- hizo una media sonrisa -El mío es Maggie- asentí al escuchar su nombre.
-Espero verte de nuevo Damián- hizo un saludo con su mano y volvió a su casa.
Sonreí levemente y volví a sentarme en mi pequeño escritorio.
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Obsession; Damian Fox.
FanfictionAsfil. Un pueblo de pocos habitantes, donde todos conocen a todos. O eso es lo que ellos piensan. Un pueblo que puede sacar lo peor de cada persona.