11. ¿Verdad o Castigo?

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—Puede que sea necesario un abogado y un notario. –Bromeó Liam. Lía solo permaneció seria y él dejó de reír. –No entiendo por qué eres tan difícil. Solo intento romper el hielo.

Lía rodó los ojos y se cruzó de brazos. —Ya hablaste, ya vete. Lárgate de mi piso, no tengo porque soportar esto más tiempo del necesario. Nueva regla para nuestro acuerdo. Que nuestras reuniones no se extiendan más de dos horas. No me veo con la capacidad de mantener mis puños fuera de tu cara si pasamos más de dos horas juntos.

Liam resopló y lanzó una mirada al cielo. —Eres verdaderamente una mujer imposible.

—Per favore. –El acento italiano se escapó de sus labios en un tono de enojo. –Agh, ya puedes irte, sigo enojada contigo. Trabajamos juntos pero no tenemos que ser amigos.

—¿Por lo de tu ex o porque no le vi importancia a negar lo que me pediste? -preguntó Liam tanteando el terreno para volver a escuchar su voz en un acento extranjero. Tenía que admitir que le había gustado mucho la musicalidad del italiano en los labios de Lía.

—Ambas, en serio, ya lárgate. -Dijo señalando la puerta. —Ya vete. Adiós.

Quería que volviera a hablar en italiano, iba a presionar un poco más. —Ya me disculpé contigo. Podrías ser un poco más cortés. –Suspiró desesperado.

—Solo vete. –Terminó por decir la chica y volvió a la puerta abriéndola para que saliera. —William.

—Dilo en italiano. -Dijo ya desesperado por oírla de nuevo. —dilo en italiano. Que me vaya de tu piso. Si lo haces me iré.

Lía no entendía porque aquella petición pero era un precio pequeño por la paz. Se sostuvo el tabique de la nariz entre los dedos y luego lo dijo. —Dovete lasciare la mia casa, ora.

—Wow. -Se quedó de piedra al oírla nuevamente, era incluso más sensual de lo que pudo haber esperado. —Dios, en serio eres...

—Una palabra más y te arranco la lengua. –Liam terminó por salir y fue directo hasta las escaleras donde esperaba Kat.

— ¿Sabes? Desde aquí se oyeron sus gritos. Subieron las voces varios decibeles. Y ¿Qué fue eso del italiano?

Liam no iba a contestar que le había provocado el acento erótico de Lía, menos con Katrina que seguro le iría con el chisme. —Al menos sé que está viva. Adiós Kat.

—Deberían besarse para romper la tensión. –dijo Kat imitando la voz de Homero Simpson. Liam rió con sarcasmo y se pasó las manos por el cuello.

—Prefiero que me empujen por las escaleras. Adiós K. Cuídate. –La rubia fue hasta la puerta de Lía y tocó, la pelinegra abrió al momento y suspiró.

—Hola, si ¿Sabías que hasta los decanos oyeron los gritos de ambos?

—Es un verdadero dolor de ovarios ese sujeto. -Soltó el aire y luego miró a su amiga. —¿Cómo supo dónde vivo? ¿Tú le dijiste?

—Olvídate de Liam, tengo algo que contarte. –Kat sonrió y se mordió el labio. –Ya sé quién es mi admirador. Vine por ti para divertirnos y a que conozcas algunas personas, y también por el chisme.

Lía se relajó y sonrió. Katrina siempre la animaba y no llevaba tanto tiempo conociéndola. Sabía que la conexión no depende del tiempo sino de la persona y mientras más conocía a Katrina, su conexión se hacía más grande. — ¿Y? –Ambas chicas terminaron sentadas en el pequeño sofá de Lía. – ¿Cuándo lo supiste? Dime todo.

—El sábado, te estuve buscando, supe de las peleas, pero luego... hablé con Paul porque no me importaba quién había enviado la tarjeta, y resultó que fue él quien lo hizo.

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