45. La sorpresa

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Estaba en su cama, en pijama de helados con patitas de perrito mientras escuchaba música. Tenía que alejarse de Oasis, Pearl Jam, Stone Temple Pilots e incluso Sinatra, del rock al jazz, e incluso algunas canciones de pop la ponían más triste que antes. Tomó su teléfono y apagó el reproductor. Recordó lo que Liam le había dicho de las contraseñas y, terminó colocando una. Volvió a recostarse, aquella mañana se sentía especialmente mareada. Le llegó un mensaje y tras poner la contraseña revisó de quién era. Su rubia estaba yendo en camino a verla.

Se levantó y se duchó rápido vistiéndose más presentable que un pijama. Jeans, un top bohemio como los que Magda usaba y unas sandalias. Reprodujo "Careless whisper" y al instante de darle play, tocaron a la puerta. La abrió luego de suspirar y vio a Kat con una cola de caballo junto a Paul y Trek. –Vinimos a visitarte. –Sonrió.

—Gracias. –Palideció un poco y se sentó en el sofá.

—Eso suena a porno barato. Aunque la letra no tiene nada que ver. –Dijo Trek señalando el estéreo. –y lo peor es que me gusta, me recuerda a Deadpool. ¿Cómo estás Lía?

—Di algo, o comenzaré a pensar que estás tan mal como... –Lía miró a Paul con fastidio, supo que debía callarse o la italiana lo mataría con sus ojos. –Nada, me alegra ver que estás bien. –La pelinegra sintió ganas de vomitar, no dijo nada y solo salió corriendo directo al baño, se recargó sobre la taza y solo escupió un poco el cereal que había comido en la mañana. Se lavó la cara y salió nuevamente.

— ¿Todo en orden? –Preguntó la rubia un poco preocupada. –Estás muy extraña.

—Sí, todo bien. –Soltó el aire. –Díganme ¿A qué vinieron?

—Orquesta, puedes audicionar para la orquesta del Royal y estar en las presentaciones. Pensamos que querías saberlo, pagan a sus músicos, te vendría bien. –Lía sonrió agradecida.

—Sí, sería bueno ¿Cuándo son las audiciones? Tendría que practicar.

—Nunca te he oído tocar ¿Por qué no nos demuestras que haces? ¿Cuál es tu instrumento?

—Cello. –Contestó Lía a Paul. –Sí, les muestro. –Fue a su habitación por su instrumento y regresó a la sala con su estuche. Se sentó en una de las sillas y suavizó el arco con la perrubia. –Bien. Veamos si... –Rió y posó su mano izquierda sobre el cuello del Violoncello y comenzó a tocar. —¿Conocen "Paint it Black"?

— No, yo no. –Dijo Trek observando a Lía tocar. –Wow, en serio eres más que buena. Lo voy a decir cada vez que te escuche.

—Shhhh. –Lo silenció Katrina viendo como la pelinegra cerraba los ojos y hacía las notas por pura memoria. Incluso Paul estaba sonriendo al sentirse transportado por la música. Al acabar su pieza, los tres comenzaron a aplaudirle sonrientes. –Vas a tener esa plaza en la Orquesta, eres buenísima.

—Con razón Liam andaba clavado contigo. –Soltó Trek riendo. Lía suspiró y colocó otra vez el cello dentro del estuche. –Oh, sí, lo siento. Es que no puedo creer que él simplemente te haya dejado ir. No es su estilo.

—No lo habría dejado volver. –Dijo con firmeza. –Él me hirió mucho, sé que empezó con una apuesta que hicieron los de la banda, pero fue mi culpa proponer el trato, y es su culpa que se haya echado a perder al no cumplir con su parte. –Soltó el aire y se restregó los ojos. Al mirarlos todos observándola terminó por preguntar lo que ellos querían escuchar. – ¿Cómo está?

—Llevándolo. –Contestó Paul. –Te importa ¿No? ¿Por qué no le hablas?

—La última vez que lo vi apestaba a cigarrillos y alcohol. –Confesó Katrina. –Está igual de mal que tú, solo que tus vicios son comer porquerías chinas y estar en cama con pijama de gatitos.

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