69. Cualquier trato contigo

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16 de diciembre

Tomaban el desayuno entre risas, estaban muchísimo más calmados que el día anterior, todo estaba listo. Pidieron un taxi, subieron y llegaron a salvo a la clínica de maternidad de la doctora Andrews. A ambos los dejaron en una habitación pequeña, a Magnolia, constantemente y durante todo el día le fueron revisando su pulso, si el del bebé bajaba o dejaba de moverse. –Doctora. Siento un fuerte dolor en las caderas.

— ¿Es normal?

—Sí, completamente. –Vio su reloj y rápidamente conectó el ultrasonógrafo para realizar una última ecografía a la mujer, su cara se transformó. –Parece que conocerán pronto a su hijo. –Salió rápidamente de la sala, dejándolos solos.

—No te alarmes. –Sonrió Liam. –Canta conmigo. –Tarareaba "Don't cry", la chica rápidamente lo acompañó, cantaban juntos la canción de Guns n' Roses, en pocos minutos llegó un hombre algo mayor, con algunas canas en su cabello, lentes, vestía de verde, con el típico uniforme. –Señorita Magnolia, Señor. Vengo a ponerle su anestesia epidural. –Le extendió a Liam una bolsa. –La doctora Andrews me indicó que estaría con nosotros en la sala, debe colocarse eso. –Magnolia estaba de espaldas, con la bata quirúrgica abierta por detrás, el hombre insertaba lentamente una aguja en la zona baja, verificaba el pulso de la chica y su respiración. –Ya está. Pronto vendrán a buscarla. Si siente dolor solo debe decírnoslo y aplicaré un poco más de anestesia.

—Gracias. –Liam se terminaba de colocar la ropa, parecía un enfermero.

— ¿Me veo bien, nena? –Liam se acomodaba aquel cobertor esterilizado, se ponía de igual forma el gorro sobre su cabello. –Dios, me siento emocionado.

—Te ves muy bien, combinamos. William, bésame. –Él la obedeció y le dio un beso suave en los labios, una enfermera llegó, y tras sentarse la chica en una silla de ruedas, la llevaron a la sala de quirófano, antes de entrar, Liam llamó a sus hermanos, diciéndole que su bebé estaba por nacer. Tenía la cara cubierta con una mascarilla, miraba un poco curioso a su novia en la cama de operación, con su cabello cubierto, la doctora tomaba un bisturí entre sus manos, tras desinfectar la piel del vientre, Liam quedó mirando como hacía un corte con mucha suavidad y precisión.

—Señorita Magnolia.

—Si. –Estaba despierta, solo mirando el techo con sus ojos grises algo asustados, sostenía la mano de Liam, débil.

—No se alarme, todo está estupendamente. Respire profundo, sentirá una presión cerca del estómago. ¿De acuerdo?

—Sip. –Cerró los ojos con fuerza, sobre su vientre notaba la mano de la doctora, enfermeros y especialistas trabajaban en cada uno lo suyo, revisando constantemente la presión de Magnolia. El tiempo se detuvo un instante, en medio de las palabras técnicas de los médicos, escucharon el llanto enérgico de su pequeño y ambos estallaron en sonrisas y lágrimas. –William. ¿Escuchas? –Apretó lo más fuerte que pudo la mano de su novio sintiendo su corazón saltarle de felicidad.

— ¿Cómo no escucharlo? –Apretó la mano de Lía, sus lágrimas le recorrían las mejillas, besó la frente de su adorada novia con todo el cariño que sentía. –Ya está aquí.

—Felicidades. –La doctora limpiaba las vías respiratorias del pequeño mientras lloraba. –Es un varón.

—Perdón. –Rió Lía. –William, creo que no te di a tu superstar. Y gané la apuesta.

— ¿Señor Lancaster? ¿Quiere cortar el cordón? –Liam solo asintió y soltó un momento a Lía. Se acercó a la bolita sonrosada, sucia y enojada que lloraba, su cabello era negro y resaltaba, su carita estaba arrugada y apretaba los puños. La doctora le indicó cómo debía proceder, y con nerviosismo, tomó las tijeras y realizó la hazaña, su hijo seguía llorando con fuerza.

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