15. La apuesta

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Con las vacaciones en diciembre y las fiestas, King's Revenge era contratado bastante seguido, su fama crecía así como el dinero que obtenían por las tocadas. Lía acompañaba a Kat a veces a algunos conciertos donde ella podía ver a Paul, estaba feliz por su amiga y que su amor comenzara a florecer, pero se seguía matando la cabeza para saber cómo podía pagar el semestre en la universidad, y, aunque ofreció sus servicios como cellista, esa no era la onda de la mayoría.

Los pocos conciertos que presentó no fueron suficientes y solo reunió dos mil euros.

Empezó a desear tener su propia banda de chicas pero no tenía posibilidades al lado de las leyendas que eran los chicos de King's Revenge. Katrina la miró de reojo y como parecía perdida decidió hacer que hablara. —Lía...

—¿Qué? ¿Qué? Todo está bien.

—Vamos, pareces peculiarmente molesta hoy ¿Por qué? –Ni siquiera notó que tenía el ceño fruncido. Magnolia buscó relajarse y liberó sus brazos cruzados que permanecían en tensión.

—Nada, K. Solo estoy muy cansada. –Mintió sonriendo. Miró al escenario y allí estaban los cuatro muchachos, los gritos que siguieron a su entrada la aturdieron un poco. —Son talentosos. Mucho.

— ¡SIII! –Gritó Kat lanzándole un beso a Paul. – ¡TE AMO PAUL MARTÍN! –Lía rió al ver a su rubia amiga completamente loca por el baterista.

— ¡Felices fiestas, Londres! –Gritaron los cuatro chicos, comenzaron su concierto con Dream on de Aerosmith. Ella adoraba esa canción, tenía que admitir que era muy buena, pero justo en ese momento de su vida la música se estaba volviendo muy irónica. Ganar y perder siempre estaban peleando en su alma, ella luchaba por ganar todo aquello que quería pero la vida se empeñaba en quitarle todo lo que la hacía feliz. Siguiendo las reglas o rompiéndolas, ella siempre parecía perder. Comenzó a cantar dejándose llevar, ya pensaría en un nuevo plan en la mañana. Casi lloró mientras sentía la música envolverla al menos hasta que salió de aquel trance cuando dieron la última nota y notó donde estaba.

—PARADISE CITY! –Gritaron del público y los chicos complacieron tocando la canción de Guns n' Roses. Al entrar más la noche, cuando ellos dejaron de tocar, en aquel bar comenzaron a sonar varias canciones que lo hacían lucir más como un antro. Lía se quedaba en una esquina abrazándose a sí misma mientras esperaba a Kat.

—Los chicos quieren ir a mi casa, ¿Vienes? Di que sí. –Lía miró suplicante a su amiga, pero decidió que había tenido bastante. Negó mirando a su amiga, necesitaba la calma para pensar mejor qué iba a hacer. No quería regresar a Italia pues eso significaba que tendría que reencontrarse con su ex tóxico, Londres era un escape para ella. —Por fa, es navidad.

—Aún no lo es...

—Lía, el campus estará solo, no quieres quedarte sola... es deprimente.

—No creo que... K, ¿Te parece si yo voy a mi piso? No te pierdas el afterparty. De verdad quiero ir a casa y descansar, estas fechas son raras sin mi familia y seguro llamo a mi hermano, además, sabes que si los chicos van a tu casa voy a tener que soportar a William más tiempo del que se requiere y no quiero cometer un crimen de odio.

—Lía, no hay mucha gente en el campus, es la universidad fantasma, por favor, por favor, por favor. –a pesar de los ojitos de "cachorro" que puso la rubia, Lía no cedió.

—Estoy cansada. Además, apenas y me llevo bien con la banda, no es buena idea. Disfruta la fiesta. –Sonrió y la abrazó. –Te llamo mañana. –Dijo para terminar de irse del bar. Kat suspiró y se reunió con Paul dándole un beso. Los cuatro chicos y la rubia dejaron el lugar y se fueron en una combi a la casa de los padres de Kat y Xander. Su madre, Brooke, tenía un embarazo de cinco meses y su padre, Anthony, era un hombre amante del rock por lo que encendió aún más la fiesta en su casa haciendo que su hijo y sus amigos tocaran.

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