37. Nueva claúsula

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Cuando la luz del sol entró por la ventana abrió los ojos.

Despertó antes que ella.

La miró acurrucada, dormida, despeinada. Era preciosa incluso así. Tragó saliva porque tenía mucho tiempo que no se sentía así de nervioso, ansioso y con el corazón acelerado. La última vez que tuvo algún sentimiento por una chica tenía dieciséis, y había terminado en un corazón roto. Mirar a Magnolia era darse cuenta que no era tan duro como creía y volvía a ser vulnerable. Ella despertó y lo miró con sus ojos grises y se cubrió más con las sábanas.

Tragó saliva, ninguno de los dos decía nada.

Él no sabía qué decir y estaba seguro que ella tampoco lo sabía.

Hasta que ella decidió romper el silencio. –Cruzamos la línea. Ganaste la apuesta. Podrás decirles a tus amigos y ganar más. Si es lo que quieres...

— ¿Quieres que haga eso? –Contestó sintiéndose molesto por el pensamiento que había tenido ella. La miró con el ceño fruncido y ella hizo lo mismo. –No te entiendo, de verdad.

Magnolia negó y se mordió el labio. — ¿No es lo que piensas hacer? –Preguntó cerrando los ojos para dejar de ver la expresión molesta de Liam.

Él se atrevió a levantarle la mirada poniendo su mano debajo de su mentón para mirarla de nuevo. Ya había tomado una decisión con respecto a lo que había pasado, y ya que era un trato con Lía, no tenía sentido cobrar más dinero solo por haberse acostado con ella. —En realidad, no. Pensé que nos entendemos muy bien en la cama, que tenemos cierta química. ¿No lo crees? Al menos nos gustamos de forma física. –Magnolia asintió y Liam sonrió. –Pensé que podríamos seguir manteniendo este pequeño descubrimiento con nosotros y que sea otro de nuestros secretos.

— ¿De verdad? –Lía se atrevió a mirar a William a los ojos y sonrió. –Gracias.

—Si quieres, claro está, pero si prefieres que les cuente a mis amigos como cogimos para ganar más dinero, lo haré. –Magnolia negó y suspiró. –Bien, porque no quiero contarles nada de lo que pasó anoche. Son unos idiotas y harán un circo de esto. Además que no quiero confesar que fue mejor de lo que creí. –Sonrió William relajándose un poco. –Eres increíble.

—Al igual que tú. Tengo que reconocerlo... Aunque mi experiencia previa es nula... ¿Yo lo hice bien contigo? No quiero decepcionarte.

—La pregunta es para ti ¿Lo disfrutaste? ¿Te sentiste bien? -La vio asentir y sonrió de lado. Tenía que poner cierta distancia para poder calmar sus pensamientos y le dio un beso en la frente. —Estuviste perfecta. Voy a ducharme. –Se levantó sonriéndole. –A menos que quieras usar el baño antes. –Lía negó y se acurrucó en las mantas. –Quiero preguntarte... ¿No sientes molestias? Sé que anoche fui algo rudo.

—Estoy bien. –Contestó. –Me gustó. En serio ¿Estamos bien? No quiero dañar nada por...

—Lía. -Le sonrió y ella se sintió más calmada al verlo sonreír. —Tú y yo estamos bien. Yo no diré nada a mis amigos, lo prometo, y nuestro trato continúa, no voy a traicionarte.

—Entonces estamos bien.

—Más que bien. –Salió del cuarto directo al baño. Lía se removió en la cama. Buscó entre las sábanas a ver si sangró. Le decían siempre que cuando una mujer perdía la virginidad llegaba a tener sangre, pero no encontró nada. Se pasó las manos por el cabello peinándolo un poco, su espalda si dolía al igual que sus muslos. Sus músculos estaban deliciosamente relajados. Inspeccionó su piel, solo tenía una marca rojiza encima de uno de sus senos, un muy ligero chupetón que en su momento le gustó que se lo hicieran. Ni siquiera midió el tiempo que pasó viéndose el cuerpo que no se dio cuenta que Liam volvió y la vio mirándose. –Si no le dices a nadie, nadie sabrá que tuvimos sexo. –Dijo y se acercó a los cajones para buscar ropa. –Tenemos clase. –Sonrió. –A no ser que quieras descansar. Podemos quedarnos por hoy.

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