46. El secreto

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King's Revenge

Aún no estaban bien del todo, Xander no permitía que Liam se fuera por lo que tocaban juntos en el bar durante esas vacaciones. El castaño suspiró, tenía que sacarse a Lía de la cabeza. Al acabar la presentación se sentó en la barra y echó una vista por el lugar. – ¿Y vienes a echar un trago? –Se acercó Xander y le dio palmadas en la espalda a Liam. –Sabes que es bueno tenerte con nosotros ¿Cierto? Ya volverás a ser quien eras y todo se arreglará, el asunto con Lía quedará olvidado.

—Si. Tienes razón. –Vio como una chica al otro lado de la barra le sonreía y lo miraba. Tenía la boca pintada de rojo y un vestido satinado. –Y eso será hoy. Regreso. –Se acercó y comenzó el juego. Los dos coqueteaban, se mostraban seguros, se rozaban, se inclinaban. Liam la besó, pero en cuanto tuvo su boca en la de él la voz de Lía vino a su cabeza con aquella regla del trato en el cual especificaba que no debía tocar a otras mujeres.

— ¿Estás bien? –preguntó la chica acariciando el brazo de Liam. –podemos salir de aquí si quieres.

Quiso decir que sí, solo negó y tras sonreírle, se alejó sintiéndose extraño. Se convenció de que solo necesitaba una chica más hermosa, mientras sus compañeros hablaban él solo intentaba cazar, y aunque las presas caían, él no quería a ninguna.

—Lía no quiere contarle. –Le dijo Trek a Xander. –Pero nosotros vimos las mismas dos barras en cuatro pruebas distintas. Está embarazada.

—Debes convencerlo de que hablen, él tiene que saber. –Le dijo Paul a Xander. –Hazlo, a ti te escucha. Liam tiene que saber. –Paul no se dio cuenta de que Liam estaba detrás y se sobresaltó cuando el castaño le dio unas palmadas en el hombro.

— ¿Qué debo saber? –Se sentó junto a sus compañeros. Necesitaba hablar. –Perdí el toque con las mujeres, ahora ustedes podrán comerse todos los bombones. –Tomó una cerveza de la mesa y le dio un trago. –Un brindis por Lía, por joderme la vida. Tengo su voz molesta en la cabeza y eso apesta. –Bebió un poco más sintiendo lo amargo en su boca. –Todo es un asco y es su culpa.

—No digas eso de ella. –Dijo Paul. –Es lo mejor que te pasó, Liam.

—No, tú no me digas eso de ella. Me arruinó toda la vida, antes de ella tenía chicas por montones, y ahora dudo de acostarme con una. Todo es su culpa. Necesito whisky.

—No necesitas nada. –Dijo Trek. –Hay algo que debes saber de Lía. –Paul lo miró y el rubio solo soltó un bufido. –Ella cree que cobraste noventa mil, no cuarenta y cinco. Que la usaste para conseguir más dinero al decir que te acostaste con ella.

—Patrañas yo le dije que cobraría cuarenta y cinco. Le di todo a ella, no me quedé con nada. Incluso pagué su matrícula, le dije a mi hermana que cuando ella pudiera hacerlo por mí tomara de mi dinero para pagar la matrícula de Magnolia.

— ¿Y entonces por qué ella creyó que cobraste los noventa? –preguntó Paul. –Supongo que me junto mucho con Kat, pero... ahora sí creo que alguien lo hizo de manera deliberada.

— ¿Quién? –Rodó los ojos Liam. –Te juntas mucho con Katrina. Mañana dirán que fue Stacy. –Se levantó de la mesa y dejó la botella. –Me iré a descansar. Lo necesito. –Salió del bar, pidió un taxi y se fue a su casa.

***

Habían pasado cuatro días desde que supo que estaba embarazada y por sugerencia de Katrina, le dio el número de la obstetra que veía su madre, Brooke. Concertó una cita y fue. Se sintió rara en la sala, todas las mujeres estaban con sus parejas, y ella, sola. –Magnolia Bethlem. –Llamó la asistente y ella se levantó de su silla y entró al consultorio. Le hicieron una ecografía mientras ella solo veía la pantalla.

— ¿Lo ve? Hay un pequeño latido, aquí. –Señaló la doctora. Magnolia se pasó la lengua por sus labios pues los sintió resecos.

— ¿Cuánto tiempo? –preguntó mientras seguía con los ojos el movimiento del corazón como una bolsita palpitante.

—Oh, unas tres semanas. Recién lo concebiste. ¿Quieres una imagen? –Lía asintió, tras terminar la consulta con su nueva lista de vitaminas y medicamentos, la pelinegra salió extendiendo su paraguas. Había comenzado a llover. Regresó a su apartamento y se recostó apenas pisó su habitación.

Pasaba las manos por su vientre de forma suave. –No sé qué haré contigo. –Dijo en voz baja. –Abortar no quiero, no me sentiría bien con ello. Tal vez cuando nazcas, puedan adoptarte otras personas, no quiere decir que yo no te amo, ¿Ok? Ok...

***

Intentó enrollarse con Stacy, y debía admitirlo...

Fue de lo peor.

Estaba insatisfecho, sintiéndose el peor así que se alejó de Stacy luego de terminar. Necesitaba irse lejos. –Eso estuvo bien, todo ha vuelto a la normalidad. –Dijo la pelirroja abrazándolo por la espalda. –Esto eres tú. Estás mejor sin ella.

—Si, como digas. Estoy agotado, me iré a casa. Gracias por todo, Stacy. –Se soltó del agarre de la chica y se vistió rápido. Tomó su chaqueta y salió del piso lo más veloz que pudo. Subió a su motocicleta y se dirigió a su departamento, pero apenas entró, observó en el sofá el recuerdo de Lía con él en pleno sexo, ardiente. Fue al baño y recordó la figura de ella en la tina, su cuarto le traía más recuerdos. La cama había sido la principal testigo de lo mucho que disfrutaba de Lía. –Maldita sea. –Lanzó la lámpara al suelo rompiéndola. Se quitó los zapatos y se metió a la cama dispuesto a dormir.

Aquello lo estaba superando. La emoción de cazar chicas se había esfumado y no sentía nada.

Y todo era culpa de Lía. La extrañaba y quería volver, pero no sabía como, además estaba el secreto que sus amigos le guardaban y sabía que le ocultaban algo pero no podía descifrar que.

***

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