41. Discordantes

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Al despertar y verla a su lado, con sus sábanas y con sus piernas enredadas lo hizo sonreír. "Ámame, William Lancaster". ¿Acaso podía?, si, no lo dudaba, lo había hecho.

"¿Y si no se acabara?" Ella hizo la pregunta, y él sabía la respuesta. No quería que se acabara.

Al despertar ella le sonrió y la besó. —Hola.

—Hola. -Ella se acercó a besarlo otra y lo abrazó. —Buenos días.

Fue más íntimo de lo que había pensado que sería. Aquel acto los había hecho cómplices. Se miraban durante las clases y se sonreían. Oficialmente era la última semana del trato pero el acuerdo casi tácito en el que habían quedado era que no iban a dejarse.

Magnolia sentía mariposas.

William, él sentía chispas.

Era un jueves normal y el único día que no compartía clases con William, se sentía perdida sin él, contaba las horas para salir y verlo, era embriagante lo que el amor podía hacer con una persona. Magnolia iba caminando por el pasillo de la universidad para ir a su siguiente clase de cello cuando la detuvieron. –Hola Lía. –Escuchó la pegostosa voz de Stacy tras ella. –Te sienta bien el gris. –Dijo señalando su vestido. –Quiero decirte algo.

— ¿Qué quieres? –Dijo con sequedad. –No tengo tiempo para tus niñerías. De hecho, voy tarde.

—Oh claro. Esto no tomará ni cinco minutos. –Sacó su celular y reprodujo la nota de voz que editó luego de varias horas de trabajo.

—Dinos ¿Cogiste con Lía? No te creo ¡El bastardo lo logró!

—Bajen la voz.

—No te creo, enserio, eres el bastardo más bastardo que he conocido, lograste que la única chica que te tenía la "x" roja hecha se acostara contigo. Será un honor para mí, pagarte los 90.000.

—Yo creo que debes oír lo que tengo que contarte. Sé lo de la apuesta... pero... también conozco el trato. Entonces es cierto, tienes un trato con ella.

—Tampoco es tu problema, Stacy. Déjame en paz.

—Y cobraste el dinero. Dímelo.

—Sí, cobré el dinero, pero eso no te incumbe a ti, ni a nadie. Y lo que haya hecho con esos cuarenta y cinco mil tampoco es de tu interés. Ahora, no vuelvas a buscarme de nuevo ¿Quieres? Y de paso, discúlpate con Trek.

— ¿Eso qué es? –Lía quería llorar. Respiraba pesadamente mientras veía a Stacy y apretaba el asa de su bolso. —¿De dónde sacaste eso?

—Oh, pruebas, solamente. Yo lo sé todo. –Sonrió la pelirroja con cinismo. –La apuesta, el trato, sé que él no iba a cobrar el dinero por haberte cogido, pero... le pudo más la avaricia. La mitad que faltaba, la tiene. Él solo usa a las chicas, debiste notarlo. Lo hizo conmigo, lo hizo contigo.

—No es cierto. William... él no es así.

—No, él no se enamora, solo fingió que lo hizo para cogerte. Nada más iba a follarte y se la pusiste fácil al abrirle las piernas. Te creía más lista. –Stacy dejó a Lía plantada en medio del pasillo. La pelinegra sintió como el alma dentro de sí caía hasta el suelo. Dio media vuelta y se dirigió hasta su siguiente clase.

***

Trek hacía días que no hablaba con sus amigos de banda. Seguía molesto por lo que había sucedido con Stacy y Liam. Al ver como Lía entraba al salón, con los ojos llorosos, el instinto lo llevó a acercarse. –Hey. ¿Estás bien?

— ¿Qué? –Contestó molesta limpiándose los ojos. –No te acerques.

— ¿Qué tienes? Eso iba a preguntar. –Dijo con pena, sacó un pañuelo de su bolsillo y lo extendió a Lía que tras mirarlo lo tomó y se secó las lágrimas.

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