17
ALICE
Algo no iba bien.
La habitación no parecía estar... en su sitio. No era mi cuarto.
El corazón se me disparó a mil por hora y un nudo en la garganta amenazaba con estrangularme. Mi mente se resistía a recordar, pero en algún momento terminó agotándose y se rindió.
Zaddyel.
El chico de la cafetería, el chico... que me había ofrecido quedarme en casa de una de sus amigas. Pensé únicamente en eso. Y en que yo había aceptado.
Desesperada por comprender lo que había sucedido, remonté el camino hasta la noche anterior. Mi mente volvió al callejón y al momento exacto en el que me di cuenta de que alguien se había sentado junto a mí.
Fue raro. Cuando te sientes perdido en medio del mundo por ser diferente, por el dolor, piensas que hay algo que no está bien. Pero es que la vida es un poco rara también. Por eso, cuando encontramos a alguien cuya rareza es inigualable, solo podemos pensar que es siniestro querer volver a lugares que, en realidad, han sido testigos de un instante de perfección entre dos personas.
Lo hacía. Anhelaba volver a girar la cabeza y encontrarlo, a pesar de las circunstancias; de que otra parte de mí quisiera alejarlo y le hablara... mal, como nadie en el mundo se merecía. Deseaba sentir de nuevo su calidez, por algún motivo. Quería que estuviera allí, conmigo, a mi lado, dándome la sensación de pertenecer, de no estar sola.
Anhelaba creer que, a pesar de todo lo malo que estuviera pasando, alguien podría aparecer, cambiarlo todo en un abrir y cerrar de ojos, o al menos hacer un poco más soportable el momento. Quizá se fuera después, pero habría aparecido, eso era lo importante.
Quería volver a sentir la sensación de que podría seguir teniendo días felices, distintos, aunque no fuera para siempre.
El día anterior había sido una de las experiencias más humillantes y degradantes de mi vida. No había pasado nada realmente malo, solo había estado allí, sentada, sola y asfixiada... Sin embargo, algo me decía que ese momento se quedaría conmigo para siempre, grabado en mi memoria por todas las emociones que me consumieron en ese callejón. Al dejar de lado el miedo y volver a hacer algo diferente.
Hice caso a Ellen, en cierto sentido. Y no funcionó. Me dio el aire en la cara y solo sentí como si este se hubiera convertido en una bestia que apretaba mi pecho con sus garras, no permitiéndome respirar.
A pesar de todo, sabía que debía dar las gracias: gracias a que él, Zaddyel, se acercara y hablara conmigo; gracias a que los demás me invitaran a ir con ellos.
En medio de toda la oscuridad que me rodeaba, él apareció, no me dejó sola, y sus amigos tampoco.
¿Qué hubiera sido de mí, sino? ¿Dónde habría ido a parar?
Zaddyel era la primera persona que volvía a cruzarse en mi camino y que no parecía tener intenciones de dejar de hacerlo.
Que, en lugar de salir corriendo, decidió quedarse conmigo.
Y eso nunca me había pasado antes.
Me levanté de la cama, decidida a salir y enfrentarme a lo que se me pusiera por delante. Apenas crucé y abrí la puerta de la habitación despacio, asomé la cabeza y eché un vistazo por el pasillo. No había nadie. Supuse enseguida que estarían todos abajo.
Inspiré profundamente y salí por la puerta, cerrándola con cuidado a mis espaldas. Decidí tomar el camino de la derecha y bajar las escaleras hacia la planta principal, ya que se oía mucho alboroto por esa zona.
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El Camino de Nuestras Almas © ✔️
RomanceSegunda versión [COMPLETA] ¡PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO! ** Este es el primer libro de la bilogía: "Somos destellos eternos". Segundo libro todavía NO disponible. • • Alice ya no quería nada. Estaba en un callejón sin salida. Había perdido la ilusión y p...