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ALICE
A veces, las palabras no son necesarias para descubrir la verdad. Simplemente observando los ojos de una persona puedes ver más allá de sus mentiras y sus defensas. El lenguaje del cuerpo es una fuente inagotable de pistas que revelan emociones, intenciones y verdades ocultas. Un simple gesto, una mirada furtiva, el movimiento de los labios, la tensión de la cara o el tic nervioso de un párpado, pueden decir más de lo que cualquier palabra pueda expresar. El cuerpo humano transmite una profunda y compleja historia que solo podemos descifrar si somos observadores atentos y comprensivos. Incluso el silencio puede ser elocuente, revelando la verdad que buscamos descubrir. Sentimos la tensión en el ambiente, escuchamos los susurros de voces interiores que clamando por ayuda y comprendemos mejor lo que la persona está experimentando en ese momento...
En el fondo, lo que había oído desde la habitación no fue una sorpresa total. Siempre había tenido la sensación de que Ellen y Zaddyel estaban escondiendo algo, que había algo que se me escapaba, algo que no podía percibir. Pero me convencí de que eran solo sospechas infundadas, producto de haber pasado por tantas experiencias dolorosas en mi vida. Así que decidí ignorarlo, dejarlo pasar por encima.
Y las mentiras siguieron; a veces se les escapaba alguna a cada uno de ellos, pero no parecía suficiente para enfrentarlos, para exigirles que me explicaran qué estaba pasando.
Entonces, en medio de la noche, me desperté y descubrí que todo aquello que alguna vez me había hecho daño, ya no me causaba dolor. Porque había cosas que me apretaban con tanta fuerza, que me dejaban sin aire, que todo lo demás se volvía insignificante. No sentía nada más, porque mi corazón se había detenido, se había tranquilizado, y aunque todo seguía su curso, no gritaba, no chillaba, no reclamaba nada. Me había anestesiado.
Y así, ya no dolía lo que me hacían. Ya no dolía nada más. Simplemente estaba ahí, rozándose, con el vacío, con todo lo demás, sin llegar a tocar nada, sin dejar huella.
Mi cuerpo y mi alma se habían vuelto tan livianos, tan efímeros, que ni siquiera podían ser heridos.
Es curioso, porque las mentiras tienen un poder casi irrefutable. Una vez que se te dice una primera mentira, las cosas empiezan a cambiar, a torcerse. El mundo se vuelve menos confiable, más peligroso; en incertidumbre, como si la confianza se esfumara como el humo de una fogata apagada. Y tú mismo cambias, te vuelves más cauteloso, menos abierto, más distante... Las puertas que una vez estaban abiertas ahora se cierran.
Así que las señales estaban ahí, eran evidentes. Tenía que haberlo supuesto antes, debí haberlo anticipado. Tenía que haber sabido que todo se iba a torcer, que todo se iba a complicar. Pero en aquel momento no pude verlo, no quise verlo. Y ahora me arrepiento de no haberlo hecho, de no haber sido capaz de ver la verdad que se escondía detrás de cada palabra que articulaban.
Existe un gran vacío en aquellos que engañan, que aparentan ser algo que no son, que viven una vida de mentiras. Ni siquiera sus propias mentiras pueden llenar esa vacuidad, ese vacío infinito. Y fue por eso que me dolió tanto; porque aquello no lo haría una persona sana, una persona equilibrada. Era un comportamiento destructivo, una demostración de dolor y de malestar. Y me dolía saber que había sido parte de ese dolor, que había contribuido a esa destrucción.
Pero aprendí algo valioso: aprendí a no ensuciar un corazón con la suciedad del mío, a no cometer el mismo error que Zaddyel. Aprendí a reconocer mis errores, a ver con claridad lo que había hecho bien y lo que había hecho mal con él.
No era capaz de llorar, estaba exhausta de hablar, de pensar y de buscar soluciones a un problema que parecía no tener fin. Era como si llevara una caja llena de sentimientos que no dejaba salir, y eso se estaba convirtiendo en una pesada carga. Mis sentimientos se amontonaban y se enredaban, creando un nudo en el estómago que amenazaba con explotar en cualquier momento.
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El Camino de Nuestras Almas © ✔️
רומנטיקהSegunda versión [COMPLETA] ¡PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO! ** Este es el primer libro de la bilogía: "Somos destellos eternos". Segundo libro todavía NO disponible. • • Alice ya no quería nada. Estaba en un callejón sin salida. Había perdido la ilusión y p...