42
ALICE
Dejar que la vida pase por delante de uno y dejar de disfrutar de lo que realmente nos gusta... puede resultar tentador, puede funcionar a corto plazo, pero no es una solución viable para siempre. Siempre llega un momento en el que debemos seguir adelante, superar nuestras propias limitaciones y enfrentarnos a lo que venga. El tiempo no es lo importante, lo que realmente cuenta es hacerlo, intentarlo; superarnos. Porque la vida no espera, y nosotros no podemos permitirnos quedarnos atrás.
Yo sabía que Zaddyel quería dar marcha atrás. Retroceder en el tiempo y evitar que yo estuviera tanto tiempo en ese sofá. Porque no era bueno para nadie; ni para él, ni para mí, ni para los demás. Era como si el aire se hubiera estancado y yo me hubiera quedado atrapada en una red.
Pero lo que realmente me dolía era saber que, mientras él solo quería cambiar ese pequeño detalle, yo quería cambiarlo todo. Había momentos en los que deseaba no haberlo conocido nunca.
Nunca pude perdonarme por haber pensado algo tan horrible. ¿Cómo podía pensar eso de alguien que había significado tanto para mí?
No sabría decir cuánto tiempo se quedaron allí arriba en la azotea, Grayson, Nathan y Zaddyel. Yo, por mi parte, me quedé en el salón con las chicas, que ahora eran mis nuevas amigas. Pero aun así, sentía que algo no encajaba, que algo faltaba. Tenía la sensación de que, tarde o temprano, Zaddyel se daría cuenta de que si tardaba mucho en volver, me escaparía del salón y me refugiaría en alguna habitación de la casa. Supongo que pasó el tiempo suficiente para que se percatara de que las horas pasaban volando, que era demasiado tarde.
El tiempo suficiente para que todo se calmara, para que sólo se oyera el sonido de la puerta de casa cerrándose de golpe y los pasos que se acercaban a la cocina.
Creo que pasaron exactamente sesenta segundos desde que se hizo el silencio absoluto hasta que sentí su presencia detrás de mí. Mi cuerpo se tensó al percibir su energía tan cerca, sabiendo que me tenía que preparar para escuchar su voz, para saber qué iba a decir. Y era extraño. Era extraño, porque nunca había sentido algo así antes. Era como si mi cuerpo reaccionara automáticamente a su presencia, como si estuviera programado para responder a él de esa manera.
—¿Alice, qué ha pasado?
No contesté nada, pero eso no pareció importarle. En cuestión de segundos, él estaba arrodillado al lado de la mesa donde yo estaba sentada, y suavemente me tomó de los brazos.
—¿Puedo estar contigo? —me preguntó con voz tranquila—. Sólo tú y yo.
Yo asentí, sin pronunciar una palabra. Él no dudó ni un segundo y me atrajo hacia él, hacia su cuerpo, con una delicadeza que contrastaba con su fuerza.
No hice ningún esfuerzo por resistirme, dejé que mi cabeza descansara sobre su pecho y sus brazos se cerraran alrededor de mí, envolviéndome en un abrazo cargado de ternura y calidez.
Me aferré a él con toda mi fuerza, como si el miedo a que se fuera me paralizara. No quería dejarlo ir; no quería sentir esa soledad abrumadora que se apoderaba de mí cada vez que alguien se iba. No quería volver a sentir ese nudo en la garganta, esa angustia que me hacía llorar hasta quedar exhausta y vacía. Solo quería sentir su cuerpo cerca del mío, sentir su calor y su presencia.
Quería que sus brazos me envolvieran y me protegieran del mundo.
No quería volver a sentirme sola y abandonada, sin nadie a quien acudir. Pero, ¿quién habría temido perderme a mí? ¿Quién habría sentido esa pérdida como una herida abierta en su corazón? ¿Quién habría llorado por mi partida?
ESTÁS LEYENDO
El Camino de Nuestras Almas © ✔️
RomanceSegunda versión [COMPLETA] [CORRIGIENDO] ¡PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO! ** Este es el primer libro de la bilogía: "Somos destellos eternos". Segundo libro todavía NO disponible. • • Alice ya no quería nada. Estaba en un callejón sin salida. Había perdido...