Pérdida

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— ¿Tienes miedo?

— Siempre es un riesgo no regresar a casa, y claro que quiero volver, por mi omega, por mi hijo. Pero tengo una misión con la sociedad y es mi deber cumplirla. — el alfa pronuncia esas palabras con solemnidad antes de levantarse del asiento y dejar la estación de policía. Va directo a la patrulla, decidido, expectante. Al fin tienen una pista del posible asesino en serie que ha venido cometiendo crímenes los últimos seis meses al sureste de Seúl.

Mientras conduce Choi Yeonjun piensa en su padre, el jefe de policía Choi Jihoo, se siente orgulloso de haber seguido sus pasos y este caso es una manera de demostrarle su potencial y su entrega para combatir el crimen. Está dispuesto a lo que sea con tal de resolver esto, con tal de atraparlo. Han sido meses de horror y miedo para los omegas, víctimas entre las cuales no logran encontrar una pista, una secuencia, parecen ser escogidas al azar, solo por el placer de asesinar.

— ¿Hasta cuando seguiremos esperando? — murmura cansado el compañero policía junto a Choi Yeonjun, unas horas después.

Han estado esperando algún movimiento, saben que el asesino ha escogido su siguiente víctima, un omega al azar. Y es una noche de lluvia, su tiempo favorito para matar.

— Tan solo espera un poco. — pronuncia el alfa, restregándose las manos contra la cara. La noche ha caído totalmente y la lluvia es ensordecedora. Pero él tiene la esperanza, sabe que será esta noche, sabe que el asesino atacará...

Pasan tan solo unos minutos, cuando lo logra visualizar en la penumbra, vestido con una capucha negra, va en medio de la lluvia siguiendo a una joven muchacha. Choi Yeonjun y su compañero rápidamente salen del auto. Llevan una cámara de video, el objetivo es grabar todas las pistas posibles.

A través de las solitarias callejuelas, los policías siguen al criminal, quien camina sigiloso tras la omega que trata de escabullirse de la lluvia. De pronto en una esquina, el desconocido la intercepta y ella grita asustada. Choi Yeonjun actúa enseguida, no puede permitir que exista una víctima más. Corre dejando atrás a su compañero, quien a tropezones grita su nombre mientras, con la cámara grabando la escena, trata de alcanzarlo.

Choi Yeonjun es más rápido y lo deja atrás de forma veloz. Cuando está cerca, no lo piensa dos veces y se abalanza sobre el criminal. La omega atacada grita horrorizada ante el forcejeo que está presenciando. El policía mira la cara del asesino, pero en un descuido, él apuñala contra su vientre una y otra vez mientras el alfa cae ensangrentado al suelo.

El desconocido homicida huye dejando bajo la lluvia el cuerpo de Yeonjun.

— ¡Choi Yeonjun! ¡Choi Yeonjun! — grita su compañero cuando logra llegar, no puede concentrarse en tratar de seguir al asesino, desesperado tira la cámara al suelo y corre hacia su amigo para tratar de detener la sangre de las heridas recién hechas.

Pero ya no hay vuelta atrás... Es irremediable.

La cámara tirada en el suelo en medio de la lluvia, graba la desesperación y la muerte del policía quien vio a los ojos a su asesino, antes de dejar ir su último aliento de vida.

— Ha-ha muerto Señor. — anuncia el oficial tembloroso.

Esa sola frase desgarra por completo a Jihoo... su hijo, su adorado hijo ha muerto. Siente su corazón romperse, siente su interior desgarrarse por el dolor, siente la ira burbujeante de la sed de venganza, siente la impotencia de no haber podido impedir que le arrebataran a su único hijo.

Jihoo... un alfa maduro, con una larga carrera policial, con años de experiencia como jefe de distrito de Dobok-Dong, siente que ha perdido su razón de vida y su orgullo. Y aunque se mira aparentemente sereno el día del funeral, mientras observa el féretro de su hijo recibir lo últimos honores como miembro de la policía, no puede evitar sentir su interior quebrándose al mirar a su nuera llorando, exclamando el nombre de su alfa y a su pequeño nieto preguntando por que su papá está en la caja.

El hombre no va a entender razones, solo quiere venganza, solo quier ver la cara del maldito que acabo con la vida de su hijo.

Mientras la lluvia cae sin piedad, Jihoo piensa en sus opciones. Junto a él se encuentra el joven inspector Jeon Jungkook, sosteniendo una sombrilla, mirando con pena la escena y el rostro sin emoción de su jefe.

— Lo siento mucho Señor. — expresa Jeon de todo corazón.

— Jungkook. — llama el hombre mirando al horizonte. — Sabes que... cuando pegamos a un inocente es violencia. — Jungkook no puede comprender a qué viene esa frase.

— Si... lo sé. — responde sin añadir nada más.

— Pero si golpeamos a un culpable es justicia.

— Creo que estoy de acuerdo. — asiente el beta. Aunque aún no asimila que pasa por la cabeza de su superior.

— Quiero ver despedazado a ese maldito. — añade Choi Jihoo y a Jungkook le da un escalofrío por la forma en que ha dicho esas palabras. Ahora comprende un poco a que se refiere.

— No estará hablando de llamar a...

— Si... a él. — interrumpe el mayor. — Solo "Perro loco" podría encontrar y despedazar a ese infeliz. — Jungkook traga saliva... ya lo suponía. Estaba hablando de él...

— Señor... sabe que el detective Kim está suspendido por su agresivo comportamiento, no podemos solo...

— Claro que podemos y lo haremos... — dice Jihoo con seguridad. — Llama a Kim Taehyung, estoy seguro que esto le resultará interesante.

𝙂𝙤𝙤𝙙 𝙆𝙞𝙡𝙡𝙚𝙧𝙨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora