Al día siguiente y después del desayuno, Debby se enfundó unos pantalones cortos y una blusa de tirantes para limpiar la terraza. Dividió mentalmente el espacio por zonas y comenzó a formar pequeñas montañas de hojas que luego recogería. Esa mañana el sol calentaba con fuerza, pero la suave brisa refrescaba la piel y hacía más llevadera la tarea.
—¿Para qué tanta limpieza?
Se giró al escuchar la voz de Zack desde la puerta. El hombre estaba sin camisa, su torso bronceado y fibroso relucía. Tenía los brazos cruzados en el pecho y parte del cuerpo apoyado en el marco de la puerta. La veía con curiosidad.
—Me sirve para... distraerme —le dijo, pero tuvo que desviar el rostro a su labor al captar su mirada penetrante.
—Puede ver la televisión, ya le arreglé la antena.
Ella lo observó recelosa. La noche anterior él la había corrido de su habitación, furioso quién sabía por qué razón, pero hoy se mostraba caballeroso. Algo debía traerse entre manos.
—Gracias. Pensaba volver a intentarlo más tarde.
—No se le ocurra hacer otra actividad de riesgo. Estoy herido. Ahora mi vida puede correr peligro —se burló con sarcasmo e hizo brillar una sonrisa torcida en sus labios.
Debby aún no confiaba en sus repentinos cambios de humor. Comenzó a barrer sin apartar la mirada de él. Lo veía alejarse con una marcada cojera en dirección al garaje.
—Ahora usted tendrá que comprar los comestibles. Menos mal que tiene auto.
—Puedo caminar también —expresó sin comprender su repentino arranque de rabia. Ese hombre la ponía nerviosa.
—Me imagino, pero para llegar más rápido, tendría que atravesar la propiedad de los vecinos. —Se giró hacia ella, con un evidente rostro divertido—. No quiero poner en riesgo a nadie más.
—Idiota —masculló Debby.
Aunque era imposible que Zack escuchara su queja, con seguridad debió suponer lo que ella había dicho al observarla barrer con brusquedad la terraza mientras lo fulminaba con una mirada mortal.
—¿Me acepta una bebida refrescante?
Ella quedó inmóvil, con los ojos tan abiertos como platos.
—Así limamos un poco, nuestras asperezas —expuso, con una voz sensual, al tiempo que paseaba sus ojos por el cuerpo de la mujer.
Debby sintió un cosquilleo en el vientre. Desde hacía mucho tiempo nadie la miraba de esa manera. Llevaba años pasando desapercibida, siendo ignorada. No podía dejar de reaccionar ante aquella provocación.
Zack no esperó su respuesta. Entró con paso pausado a la cabaña y dejó la puerta abierta. En una clara invitación.
En medio de un suspiro, ella dejó la escoba en el suelo de la terraza y lo siguió. La expectativa le hizo bullir las hormonas y le concedió un coraje que no conocía.
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Lo que oculta tu corazón (COMPLETA)
RomanceDeborah Adams, al huír de su casa por una traición de su marido, se refugia en una cabaña, descubriendo que no estaba tan abandonada como le habían asegurado. Adentro, encuentra a un hombre atractivo pero de muy mal caracter, que no piensa dejar su...