Capítulo 23.

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—¡Zack! ¡Zack! —gritaba Debby mientras salía a toda velocidad de la habitación. En el pasillo, tropezó con Zack, que había acudido a su alterado llamado.

—¿Qué sucede? Deborah, ¿qué pasa? —Él trataba de calmarla, le frotaba los hombros temblorosos y observaba perplejo su rostro aterrado.

—El pájaro... el pájaro... —balbuceaba sin poder controlar los nervios. Se abrazó al torso desnudo de Zack, con fuerza, y cerró los ojos para tratar de serenarse.

Él estaba a punto de dirigirse a la habitación para saber lo que había ocurrido, pero un golpeteo insistente en la puerta de entrada lo detuvo.

—¡Allan! ¡Allan! ¡¿Qué sucede?!

La sangre se le agolpó en la cabeza. Aquello no debía suceder. Intentó separarse de Debby para atender el llamado y correr a patadas al estúpido inoportuno, pero ella no se lo permitía.

—Deborah, tocan a la puerta.

—No me dejes, por favor, no me dejes —le rogaba en medio de espasmos.

—¡Allan! ¡¿Estás bien?! —insistía el visitante.

—¡Sí, maldita sea! ¡Ya voy! —respondió con irritación. Apartaba a Debby, pero ella parecía haberse soldado a su torso— Corazón, espérame en la habitación.

—¡No! Aquí me quedo.

—Estás desnuda y tengo que abrir la puerta.

—No me importa. Hazlo.

—Por los mil demonios que sí importa —rugió y se dirigió a su habitación enfurecido, con ella enganchada en su torso—. No permitiré que ningún idiota te vea así.

La metió en su cuarto, la vistió con una de sus camisas y le colocó unos pantalones cortos que a él le quedaban por la mitad del muslo, pero a ella le llegaban a la rodilla. Le peinó los cabellos húmedos con los dedos y los apoyó sobre uno de los hombros.

—Listo. Estás perfecta —le dijo mientras se dejaba conmover por su rostro temeroso. La tomó por los hombros y la acercó a él—. Tranquila. Estaremos bien. Te protegeré. Lo juro.

La besó con ternura y la envolvió entre sus brazos. Ella se hundió en su pecho y aspiró su cálido aroma. Las caricias que él le profesaba en la espalda y la cabeza la serenaban. Una oleada de alivio le recorrió el cuerpo y le asentó el entendimiento.

—Ven, acompáñame —le susurró en el oído y la llevó abrazada a la sala, para abrir la puerta de entrada.

Afuera, hallaron a un hombre bajo, regordete y algo calvo, que en una mueca movió sus poblados bigotes mientras observaba de pies a cabeza a Zack y a Debby. Luego echaba una mirada precavida al interior de la cabaña.

—¿Todo bien? ¿Qué sucedió? —preguntó con una voz ronca y cansada.

—Nada. Fue una... confusión —justificó Zack, al tiempo que le dirigía al sujeto una mirada de advertencia.

El hombre parecía dudar, paseaba la vista entre sus anfitriones. Debby lo observaba con detalle. Poco a poco sus neuronas se apaciguaban y comenzaban a funcionar... ¿Había llamado a Allan?

—Deborah, él es el comisario Samuel Shepard, del departamento de seguridad del condado —confesó Zack. El sujeto la saludó con una venia de la cabeza.

—Disculpen, la interrupción. Vine a... necesitamos hablar —expresó en dirección a Zack, al darse cuenta que no podía seguir dando más largas al asunto.

—¿No podemos hacerlo más tarde? —dijo él entre dientes. Sus palabras no eran una pregunta, sino una orden.

—No. Es urgente. Por eso, me llegué hasta aquí.

Zack respiró hondo y Debby comenzó a separarse de él con aprehensión. Comenzaba a entender lo que sucedía y eso la hacía olvidarse del ataque del pájaro. No sabía dónde estaba realmente el peligro.

—¿Tiene que irse de la cabaña para hablar con usted? —le preguntó al comisario, mirándolo a los ojos. Ambos hombres quedaron perplejos, pero Shepard logró reaccionar y negar con la cabeza.

—Podemos hablar en la terraza, pero tiene que ser... privado.

Ella sintió y después de un profundo suspiro se giró hacia Zack.

—Ve. Te esperaré aquí. En el sillón.

Él parecía no comprender sus palabras. Se quedó por un minuto inmóvil, hasta que el comisario se aclaró la garganta y le hizo señas con la cabeza para que salieran a la terraza.

—¿Segura?

—Sí.

Después de compartir con ella una mirada, salió.

Temía más por lo que Debby descifrara en soledad, que por las noticias que le traía Shepard.

Lo que oculta tu corazón (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora