Capítulo 40

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Capítulo 40 | "Emilio"

Connor Blackwolf

Mis manos están manchadas de sangre, por más que tallo el jabón no logro que desaparezca el tono rojizo de ellas, la sangre sigue bajo mis uñas y ya tampoco me tomo la molestia de limpiarlas, las volveré a llenar de sangre.

No debo limpiarlas, la muñeca ya no está aquí para que realmente me tome el tiempo de tocarla con mis manos limpias.

Enjuago mi cara y levanto la vista al pequeño espejo frente a mí que refleja mi rostro y no logro reconocerme, unas fuertes ojeras adornan mi rostro, mis ojos están rojos por la falta de sueño, el café de estos ha tomado una tonalidad más oscura reflejando el desespero y la ira que surgen en mis entrañas.

Salgo del baño de este maldito almacén y me guío por los gritos de dolor hasta llegar a la planta baja donde Kace masacra a un tipo con sus propias manos, no deja de propinarle golpes con su puño derecho que trae puesto una manopla, sonidos del cráneo fracturándose envuelven el ambiente pero él no se detiene hasta que el tipo deja de moverse, luego toma al siguiente del cuello de su camisa, el hombre llora implorando piedad pero Kace no pierde el tiempo sembrándole el primer puñetazo a su rostro.

— ¡Dame algo que me sirva! ¡Información, eso es lo que salva tu patética vida! — arremete contra el de nuevo, patea sus piernas hasta que una de ellas cede y se fractura, el tipo grita y suplica, pero nada lo detiene — ¡¿Dónde está?!

— ¡No lo sé! ¡Por favor!

Kace acaba con él, los tres hombres faltantes en la fila lloran del pánico cuando el pelinegro posa sus ojos grisáceos en ellos, está descontrolado, toda la ira que año tras año ha contenido ahora se rebalsa a su antojo, es una máquina de matar y causar el máximo dolor posible, no se detendrá hasta encontrar lo que busca.

Las puertas del almacén se abren revelando a Oliver con su ropa manchada de sangre, atrás quedó el rubio divertido y sonriente, ahora su semblante iguala al de Kace y al mío, sus ojeras compiten con las de ambos al igual que la ira que se carga, arrastra a una mujer del brazo que le suplica que se detenga pero él solo la tira al suelo, justo en el centro del almacén, la mujer puede rondar los cincuenta años.

Frank con nuestros mejores hombres ingresan a un tipo que viene atado por varias cadenas que se retuerce mientras grita amenazas y lo reconozco rápidamente.

Es el jefe de seguridad de los Corella, su mejor hombre, su hombre más fiel, el capo de los hermanos Corella.

Oliver ha logrado cazarlo.

Me da un asentimiento con la cabeza así que tomo el liderazgo de la situación mientras Kace se deja caer rendido en un sofá de la esquina mientras toma directamente de la botella de vodka sin importarle sus manos llenas de sangre.

Frank y los demás hombres colocan al tipo de rodillas frente a mí, que pese a que intenta retorcerse es en vano, me mira embravecido mientras parece un perro rabioso por la manera en que me enseña los dientes, le suelto un par de puñetazos por la mera satisfacción de golpear su maldito rostro mientras la mujer llora, que ahora sé que es su madre, implorándome que me detenga.

Tomo el cabello del tipo, que me informa Frank su nombre es Emilio, y hago que me mire a los ojos.

— Las opciones que tienes son sencillas, Emilio — hablo — Facilítanos un poco las cosas.

— Mátame, sólo estás perdiendo tu tiempo.

— Claro que te mataré, tu cuerpo sólo sale de aquí si es en una maldita bolsa — gruño, colocándome de cuchillas para estar a su altura — La diferencia es que, si hablas, tu madre no te acompañará en la bolsa como un maldito cadáver.

As de CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora