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Gabriel empieza a dar grandes zancadas para alcanzar a Anika, pero Immanuel vuelve a detenerlo.

— Suéltame bastardo — le dice con voz gutural.

— Cálmate, ¿quieres? ¿no lo ves? Esa chica... se está moviendo — Gabriel gira rápidamente su mirada hacia ella y ve como se apoya en su espada para ayudarse a levantarse, le parece que la ve sonreír y entonces todos los hilos desaparecen, como si se hubieran echo cenizas. Los dos hermanos no creen en lo que ven y vuelven a intentarlo una vez más, pero antes de que los hilos si quieran puedan rozarle la piel, Anika los detiene con sus manos, y empieza a tirar de ellos, parece que su fuerza es superior porque los hermanos tienen que dejarlo ir; y antes que estos pudieran tomar sus espadas para defenderse, Anika ya los tenía acorralados, Anika se encontraba detrás de ellos mientras rozaba sus cuellos con su espada.

— Ese poder... no es de los dioses — habla Immanuel con un hilo de voz —, su aura ha cambiado, es maligna, ¿acaso... es un demonio haciéndose pasar por diosa? este poder... no...

— No lo creo, su familia viene de los dioses — afirma Gabriel.

— ¿Cómo es que estás tan tranquilo?

— Ya la había visto actuar así, la primera vez que nos encontramos, parece ser que reacciona así cuando siente que corre bastante peligro.

— Si ya lo sabías, ¿por qué estabas tan alterado hace unos momentos? — pregunta con risa irónica.

— Ambos vimos como fue derribada, también pensé que había muerto — responde Gabriel a la defensiva.



En el momento en que Anika pensaba degollar a los hermanos, una flecha pasa rozándole la oreja, esto le provoca una distracción y se voltea para tratar de localizar al arquero; este momento lo aprovechan los hermanos y desaparecen del lugar.

— Malditos cobardes — dice Anika a la nada mientras se toca la oreja de donde le salía sangre.

Gabriel iba a ir a su encuentro cuando nuevamente Immanuel lo detiene.

— ¿Estás loco? ¿quieres morir a manos de ella? En ese estado en que se encuentra no reconoce a nadie, simplemente es una asesina y mataría al primero que se le cruzara.

— Tengo que ir... 

— ¡Maldición! — farfulla Immanuel por lo bajo cuando ve aparecer a Anika detrás de Gabriel.

— ¿Quién carajos eres? — Anika le habla a Gabriel de manera agresiva —, ¿por qué interfieres en  mis planes?

— No fui yo quién lanzó la flecha — contesta él seguro de que eso se trataba.

— Ya sé que no fuiste tú — dice con risa —, ¿me refiero a por qué me detienes? ¿por qué siento una atracción a ti? ¿quién demonios eres? — sus palabras eran filosas, y Gabriel no sabía qué responder a esto.

— Te equivocas de persona — fue lo único que pudo responder, Anika le dedica una mirada furiosa.

— ¡Bien! Tendré que eliminarte, así no te interpones en lo que hago — Anika toma su espada y Gabriel hace lo mismo solo para defenderse, no pensaba atacarla de ninguna manera —, ¡vamos, pelea, inútil! — su enojo aumentaba cada vez más.

— ¡Anika, reacciona! — le grita Gabriel cuando sus espadas vuelven a chocar, entonces esta lanza un alarido y se lleva sus manos a la cabeza.

— ¿Qué haces? ¡no pronuncies mi nombre ni una vez más! — su voz era profunda, pero se escuchaba lejana.

— ¡Vuélvela a llamar por su nombre! — le grita Immanuel a Gabriel desde algún lugar. Anika se levanta alerta al escuchar aquella segunda voz, no se había percatado de que ese chico estaba acompañado por alguien más, pero antes de hacer algún otro movimiento, Gabriel vuelve a llamarle, su voz resuena en su cabeza, lo que la desestabiliza provocándole que pierda el conocimiento. Gabriel corre hacia ella, mientras que Immanuel se acerca a ellos con bastanta precaución.

El destino de Anika ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora