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— Anika, déjame hacer algo por ti antes de que te marches — le dice Gabriel —. ¿Qué te gustaría hacer? — Anika le mira y piensa en que tal vez tendría una oportunidad para ir más allá de su aldea, seguro que Gabriel accedería a acompañarla.

— Me gustaría ver cómo viven los humanos — responde ella y Gabriel le mira sin comprender muy bien —. Quiero ir más allá de aquí. Tal vez me tarde en regresar y seguro me iré a un lugar más alejado que este... Siempre tuve curiosidad por ver a más personas convivir, aquí me siento demasiado sola.

— Bien — habla Gabriel entusiasmado —. No charlemos más —, él le toma del brazo a Anika y se transportan a la ciudad.

Anika se encuentra con un lugar completamente diferente. Las calles estaban a rebosar de gente y los edificios se imponían en el paisaje. Habían autos pasando por el lugar y la gente pasaba a su lado charlando o riéndose.

— Bien, podemos escabullirnos sin que alguien te reconozca — dice Gabriel y avanza hacia un puesto de venta donde había gran variedad de antifaces —. Hoy los humanos celebran algo llamado Halloween, así que la gente aprovecha para pasar desapercibida llevando algo encima o disfrazándose. Anika sonríe ensimismada observando a la gente de su alrededor y Gabriel aparece en frente de ella y le coloca un antifaz.

Gabriel sabía que ahora la esencia de Anika era de un demonio, debido a su pérdida de memoria, no podía usar sus poderes demoníacos, pero si alguien que le reconociera le veía el rostro sería un problema, es por ello que pensó en llevar antifaces.

Estuvieron andando un rato por entre las calles y luego encuentran un lugar un poco más alejado de la multitud. Anika se veía bastante feliz.

— Es maravilloso — dice Anika con una sonrisa radiante —. ¿Yo llevaba un tipo de vida así antes de perder la memoria? — Gabriel recuerda la vez en que se había escabullido a la casa de Anika y esta había peleado con su madre. Recordaba que Anika había dicho que nunca había tenido amigos porque Rahel le obligaba a entrenar sus poderes desde que era una niña —. ¿Por qué te quedas en silencio? ¿Mi vida era igual de solitaria que ahora?

— Anika — empieza a hablar Gabriel —. Es momento de que regresemos, no querrás que tu padre...

— Sé honesto conmigo, Gabriel — le interrumpe —. ¿Cómo era mi vida? ¿Cómo era mi vida antes de todo esto? ¿Cómo es que terminé conociéndote?

— Gabriel es un demonio que quería aprovecharse de ti — alguien habla detrás de él, Gabriel se gira de inmediato al sentir aquella esencia. Se trataba de Rahel, y como esperaba, Rahel emanaba una esencia divina, lo que le confirmaba que ella le rebató los poderes a Anika.

— Anika, quédate detrás de mí — le dice Gabriel poniéndose delante de ella.

— ¿Quién es esa mujer? — pronuncia Anika con la mirada fija en la mujer que había llegado allí.

— ¿Cómo es que no me reconoces, hijita? — habla la mujer con la mirada fija en ella y Anika se paraliza con la última palabra que sale de la boca de la intrusa.

— ¿De verdad es mi madre? — le pregunta a Gabriel titubeando. Gabriel le dedica una mirada a Anika pero se queda en silencio.

— Está bien, Anika — habla Rahel con una sonrisa en su rostro —. Voy a obligarte a recordar cuando veas morir a Gabriel delante de ti — Anika le muestra una mirada de pánico a Gabriel, pero él estaba concentrado mirando a la mujer.

Gabriel no se había recuperado del todo, y creía que una lucha tan pronto le sentaría mal, ni siquiera sabía si podría proteger a Anika, ni mucho menos él salir con vida.

El destino de Anika ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora