Cuando Anika llegó a su casa, su madre estaba echa un manojo de nervios, y por primera vez, tenía razón; si no es por la extraña actitud que tomó Anika, ya estaría muerta, lo sabía muy bien.
— ¡¿Dónde rayos estabas?! ¡¿No sabes lo preocupada que estaba por ti?! — le grita su madre cuando ve a Anika atravesar la puerta—. Pensé que te había sucedido algo y no tenía idea dónde buscarte.
— Ya estoy aquí, no tienes por qué gritarme — dice Anika con tono apasible —. Si estuviera en problemas sabría cómo defenderme —, aunque esto no era del todo cierto, recuerda el momento en que se encontró con aquel demonio, y lo miraba directamente a los ojos; estaba paralizada del todo, no era capaz de moverse, ¿cómo podría estar tranquila después de eso? Pero tampoco podía decírselo a su madre, se preocuparía más de lo debido—. Me daré una ducha y me iré a dormir — le dice Anika a su madre y se dirige a su cuarto.
La relación con su madre se había fragmentado desde la muerte de su padre, Anika estaba segura que su madre fue la culpable de su muerte, y desde entonces, su madre nunca había vuelto a tratarla con delicadeza ni con dulzura como cuando lo hacía de niña.
Anika deja escapar un suspiro y se mete en la bañera. Luego de haberse duchado, Anika se tumba en su cama y su mente le trae a su memoria aquella mirada de ese demonio, era como un hechizo, no podía librarse de aquellos ojos, esos ojos azules... Anika intenta disolver esos pensamientos y se dispone a dormir.
Amanece y Anika se prepara para salir de casa, desde la ausencia de su padre, ya no disfrutaba estar en la casa junto con su madre, de alguna u otra manera, terminarían discutiendo. Así que desde el primer minuto que se levantaba, ya estaba dispuesta a irse de casa.
Anika toma su único abrigo que cuelga del perchero, es un abrigo negro que le llega hasta las rodillas, toma una bufanda y se la pone alrededor del cuello. Hace frío, pero no demasiado como para llevarse también unos mitones encima.
Sale de casa sin hacer el menor ruido para que su madre no se entere, siempre empieza a cuestionarle todo lo que hace y eso le fastidia demasiado.
Anika atraviesa el jardín de su casa para llegar al templo.
— Creo que no es muy difícil hallarte — dice una voz femenina cuando Anika sale del templo —. Hasta tenemos un templo dedicado a esa miserable diosa.
Anika estaba segura que era una demonio, esta por fin se muestra delante de ella. Una chica rubia, con ojos azules que le recuerdan al demonio de ayer. Se ve bastante joven, no cualquiera creería que su existencia es para crear maldad en el mundo.
— Si puedo llevar tu cabeza a Asta Roth, por fin podré tener mi propio ejército de demonios — habla con bastante confidencia.
— ¿Y crees que te será fácil? — habla Anika con fluidez, parece que solo tuviera temor de aquel demonio que se encontró ayer. Anika siente un rayo que cruza por su cuerpo, es una fuerza ancestral, sabe que aquella demonio posee una espada, pero ella también, y pudo defenderse de aquel ataque con la suya. La espada que siempre cargaba en su espalda no era visible para los humanos, y los demonios podían percibir su presencia solo cuando era desenvainada; pero ellos eran precavidos, así que esto no tomó por sorpresa a la demonio.
— Parece que sabes defenderte — dice ella con una sonrisa en el rostro —. Veamos que tan fuerte eres — dice alejándose unos pasos de Anika y de repente esta rodeada por unos cuantos demonios, rápidamente puede contar que al menos hay unos 10 o 12.
— Eres una tramposa — le espeta Anika a la demonio, pero esta ya no se ve por ningún lugar y sus lacayos empiezan a atacarla con sus espadas; Anika se mueve rápido, y maneja su espada con bastante destreza y soltura, parece que estos demonios no están para nada entrenados, sus ataques no tienen precisión, y fácilmente Anika los derrota.
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El destino de Anika ©
FantasiaAnika lleva la descendencia de generaciones de diosas, pero aún en este año viven los demonios que han luchado por siglos contra la gran Diosa Anika; aunque ella quiere librarse de aquel destino que la encadena, su madre no se lo permite. Anika se e...