XXII

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Anika había llegado a la guarida de su padre, se encontraba en el salón principal donde estaba el trono de Ujarak. Ya no había nada que esconder, Anika sabía que su padre era uno de los demonios más temidos y se sentía como un rey.

— Hija mía — le saluda Ujarak con prisa cuando entra al lugar —. ¿A qué se debe tu visita? — dice Ujarak quedando frente a ella. A simple vista podías notar que tenían rasgos parecidos.

— Padre, hay alguien que quiere acompañarme en nuestro viaje...

— ¿Es el inepto de Gabriel? Eso nunca lo permitiría — Ujarak habla con fiereza.

— No es él. Sabes que te prometí alejarme de él... para siempre — Anika pronuncia estas palabras con pesar. Quería salvar a la persona que amaba de ella misma, pero nunca creyó que tendría que abandonarlo. Su padre le había pedido que se olvidara de él para así poder entrenarla como una verdadera demonio.

Era su parte demoníaca que no sabía cómo manejar y por ello perdía el control de sus acciones y era impulsada por un sed de asesinar. Ujarak se había enteredo y había accedido a enseñarle cómo controlar sus poderes demoníacos.

— Me gusta que hables así, Anika — dice Ujarak con una sonrisa de satisfacción —. Los demonios cumplimos nuestras promesas. Tampoco puedes caer por algo tan mundano como el amor. A mí me exiliaron por tener a una hija con una diosa, pero nunca luché o me revelé en contra para estar al lado de Rahel. Nunca haría algo tan patético. Eso, los humanos lo viven haciendo, cometer errores por un capricho como el amor.

— Pero, ¿nunca la amaste? ¿Nunca amaste a mi madre? — pregunta Anika dolida.

— Es claro que los demonios también poseemos sentimientos, y podemos sentir amor. Pero, a lo que me refiero, hija, es a que nunca tomaríamos decisiones irracionales con base a esos sentimientos.

— ¡Ah! — Anika estaba desanimada, creía que tal vez podría convencer a su padre de que amaba a Gabriel y no era capaz de dejarlo atrás, pero no había caso.

— ¿Quién es el joven que nos va acompañar? — pregunta Ujarak con interés —. No creo que sea ese otro demonio llamado Immanuel, pensé que no conocías a nadie más.

— Se llama Zacarias. Tal vez sea de ayuda, parece que conoce mucho sobre las diosas — responde Anika sin rodeos. A pesar de que Ujarak era su padre, no sé sentía completamente cómoda a su lado, ni compartiendo tanto tiempo a solas junto a él. También había accedido fácilmente a que Zacarias viajara con ella, porque así no tendría que convivir sola con su padre.

— ¿Ah, sí? — pregunta Ujarak interesado —. Está bien, no me interesa quién nos acompañe con tal de que no sea Gabriel.

— Gracias — Ujarak se da vuelta para salir de allí, pero Anika tenía algo más para decir. Sabía que si no lo hacía ahora, nunca lo diría y ya no sería capaz de regresar donde Gabriel. Anika corre para alcanzarlo —. Padre, espera — dice y Ujarak vuelve a girarse para observarla —. Quisiera hablar de algo más.

— Te escucho.

— Quiero cortar este destino absurdo que nos espera a Gabriel y a mí. Luego de que pueda controlar bien mi aura demoníaca, quiero enfrentarme a mi madre y tomar de vuelta mis poderes, y después iré por Asta Hong — Anika hablaba con la mirada fija en los ojos de su padre —. Quiero que Gabriel pueda estar tranquilo sin tener que esconderse todo el tiempo — su padre se le queda mirando fijamente sin decir nada, Anika piensa que lo ha arruinado y ahora su padre no le va a permitir hacer lo que quiera.

— Por fin demuestras tu valía — habla por fin —. Luego que te encuentres con tu madre, dejaré de intervenir. Eres libre de tomar las decisiones.

El destino de Anika ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora