XXIV

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— Creo que deberías olvidarte de tu hija — le dice Channah a Rahel —. Ya obtuviste los poderes, deberías ir por la cabeza de Asta Roth de una vez.

— ¿Y sola? — Rahel se le queda viendo —. Años atrás era diferente porque tenía gente a mi mando, pero ¿ahora? Quería usar a Asta Hong para chantajear a Asta Roth. Podré tener mis poderes de regreso, pero lo mínimo que lograré hacer será asesinar a un demonio de quinta.

— Deberías de aprovecharte de Ujarak. Pídele gente.

— ¿Cómo haré eso, mi quedirísima Channah? — pregunta Rahel interesada.

— Tendrás que usar a tu hija de nuevo.


Habían pasado dos días desde que Gabriel había recuperado el conocimiento, pero aún estaba débil debido a sus heridas. Anika había decidido que hoy se marcharía de allí, y dejaría a Gabriel en manos de Immanuel. Quería lograr lo que se había prometido lo antes posible y así reencontrarse con Gabriel pronto.

Anika estaba fuera cuando Immanuel apareció a su lado.

— Parece que Rahel ha venido a ver a tu padre — le dice, Anika le mira dudosa —. Quizá quiera verte a ti también.

— Mi madre no me quiere ver, se quiere deshacer de mí — comenta Anika de mala gana —. Así que no entiendo para qué me lo dices.

— Días atrás dijiste que le quitarías a Rahel lo que era tuyo desde un princio.

— Los poderes...

—... Creí que podrías aprovechar que tu madre haya venido en vez de que tú tengas que buscarla — Anika le dedica una mirada asesina e Immanuel se va del lugar.

— ¿Le harás caso? — Zacarias venía en dirección contraria de Immanuel, Anika se gira y se encuentra con el chico pelirrojo —. Lo de ir a encontrarte con tu madre.

— No lo sé — Anika suelta un suspiro —. Sería una buena oportunidad, pero no tengo la menor idea de qué hacer, ¿se supone que debería hacer la misma ceremonia que llevó a cabo mi madre? Ellani dará un paso fuera a mi lado. No es tan ingenua como yo.

— No tienes que hacer nada de eso — dice Zacarias —. Los poderes divinos eran un principio tuyos, así que lo único que tienes que hacer es confiar en ti, y yo haré el resto.

— No puedo permitir que uses más tus poderes. Apenas te has recuperado de la última vez, ¿cómo crees que vas a ponerte en aquel riesgo? — le reprocha.

— Deidad Anika, no podemos perder más tiempo, y esta es una gran oportunidad que se no has presentado. Por favor, acepte mi ayuda — dice él. Anika le mira, cree en las habilidades del joven hechicero, pero también sabe perfectamente que puede morir en el intento —. Tómelo como un favor que le debo.

— Zacarias, yo soy la que te debo demasiado. Me ayudaste a recuperar mis recuerdos, también ayudaste a Gabriel que recuperara el conocimiento, y ahora esto... Es demasiado, no puedo.

— Recuerde que estoy enamorado de usted — dice Zacarias con una sonrisa. Ese era otro problema con el que tendría que lidiar más adelante.





Ujarak observaba a Rahel de manera escéptica. No entendía para qué había vendio a buscarle, no creía a que se debía a que extrañara a su hija. Rahel no era ese tipo de madre.

— ¿Para qué has venido a verme? — Ujarak miraba a Rahel desde su trono —. ¿Extrañas a tu hijita? — Ujarak le muestra una sonrisa sarcástica.

— Me gustaría complacerlo con su pedido — habla Rahel —. Quisiera ver a Anika. Tal vez un gran demonio como tú no tenga el tiempo suficiente para preocuparse por una humana. Quiero asegurarme de que esté bien. Después de todo sigue siendo mi hija — habla Rahel con prisa. Ujarak no confiaba del todo en lo que decía. Le parecía extraño que ella viniera justamente solo a buscar a Anika.

— Ya lo creo — Ujarak levanta una ceja y se le queda viendo —. ¿Crees que te voy a creer? Estás aquí por algo más.

— No se puede esperar menos de un gran demonio — dice Rahel con una sonrisa sarcástica.

— Ahora puedes regresar por donde viniste. No tengo tiempo para perderlo contigo.

— ¡Madre! — Anika había aparecido en el lugar, Rahel se gira y se le forma una gran sonrisa al ver a Anika. Ujarak se queda viendo interesado —. ¿A qué has venido? — Rahel camina hasta su hija y le toma de las manos. Zacarias le dijo que solo debía confiar en ella misma, porque solo iba a recuperar lo que fue de ella en un principio.

— Estaba preocupada por ti — dice Rahel tratando de sonar lo más sincera posible. A Anika le molestaba aquella actitud, ¿de verdad creía que podía venir a dárselas de buena madre después de todo lo que le había hecho? Anika aparta sus manos de las de ella y Rahel se le queda viendo desconcertada —. No seas tan ruda conmigo — le espeta.

— No tienes derecho a ser tratada con respeto — responde Anika a su vez —. Me quitaste los poderes y ahora vienes a hacerte la buena madre conmigo. Debería darte vergüenza.

— ¿Con que recuperaste la memoria? — dice Rahel con una sonrisa retorcida.

— Quiero que devuelvas mis poderes como última cosa que puedas hacer por tu hija.

— ¡Ja! ¡Y ahora sabes hablar como tu padre! — Rahel mira a Ujarak el cual se mantenía muy sereno en su trono. Anika le mantiene la mirada a su madre, no podía desaprovechar la oportunidad de que Rahel haya venido hasta aquí, era un buen momento; aunque lo sentía por Zacarias, sentía que se aprovechaba de él y ella no tenía nada a cambio para darle. En ese momento, Zacarias aparece tras de ella, y Anika entiende que en este momento no importa nada más, solo debe confiar en ella y en él.

Anika escucha que Zacarias pronuncia unas palabras en un extraño idioma a su espaldas, Rahel cae de rodilla y se le queda viendo con desconcierto a Anika, no... A Zacarias quien se encontraba a un lado con su túnica puesta.

— ¿Qué-qué demonios hiciste? — pronuncia Rahel con dificultad. Anika cierra y extiende un poco sus brazos a sus lados. Ahora empezaba a sentir como una energía desconocida recorría su cuerpo. Debían ser los poderes divinos — ¡Basta! — protestaba Rahel de dolor.

Alguien más aparece en escena, algo que Anika no había previsto, Channah.

— ¡Detengan ahora mismo lo que están haciendo! — la vieja grita y Anika abre los ojos de golpe, ¿cómo se le pudo pasar aquel detalle? Esa anciana, también era hechicera, ahora Zacarias correría peligro. Anika se gira de inmediato a mirarlo y este cae al suelo. Antes de que ella hiciera un movimiento, la anciana había desaparecido del lugar llevándose a Rahel consigo.

— ¡Zacarias! — Anika ayuda al chico que se encontraba en el suelo. Este respiraba con dificultad.

— ¡Padre, por favor sálvalo! — grita Anika desesperada. Por fin, Ujarak, quien en todo momento estuvo al margen, se levanta de su trono y se acerca a Anika.

— No hay razón para ayudarle — sentencia, Anika miraba a su padre con los ojos llenos de lágrimas.

— Es mi culpa...

— Si es tu culpa, hija, tú deberías salvarlo. Los demonios aprenden a jugársela solos, y recuerda que tú llevas mi sangre también — Zacarias, quien tenía su cabeza apoyada en el brazo de Anika, tose.

— Esa... Esa mujer... la anciana... fue quien hechizó a... Asta Roth — pronuncia Zacarias con dificultad casi inaudible.

— ¿Qué dices? — pregunta Ujarak interesado —. Si eso es cierto, podemos utilizar a esa vieja para sacar a Asta Roth del trono, y yo podré ocupar el puesto que me pertenecía en un principio — ahora Ujarak habla más entusiasmado.

— Y que Gabriel recupere su reputación — dice Anika por lo bajo, pero Ujarak había alcanzado a oírla, decide pasar eso por alto y luego hablaría de ello.

— Vamos, necesitamos a este chico vivo para que haga hablar a la anciana — Ujarak posa su mano en el pecho de Zacarias y cierra los ojos, entonces el chico pareció relajarse un poco más y respiraba con más facilidad —. Llévalo a la aldea, más tarde enviaré a alguien para que le dé más energía.

— Gracias, padre — Anika acomoda a Zacarias sobre su espalda y regresa a la aldea.

Sin duda habían logrado que Rahel le devolviera sus poderes, aunque no sabía si todos. Anika se sentía con más fuerza y más cómoda. Ahora sentía confianza en que podía enfrentarse a Asta Hong para que todo esto terminara de una maldita vez.

El destino de Anika ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora