XXV

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Anika había llegado hasta su habitación y allí recostó a Zacarias en su cama. De nuevo estaba en esa situación debido a ella, Anika pensó que tal vez lo mejor sería que Zacarias también se alejara de ella.

Anika observa al chico tendido sobre la cama y piensa que gracias a que su padre cambió de parecer al final, pudo salvarlo. Ella no sabía nada de pasar energía, si lo supiera, ya habría salvado a Gabriel innumerables veces. Aunque si lo pensaba, Immanuel tampoco era capaz de hacerlo, o de lo contrario, ya le habría pasado de su energía a Gabriel, no tenías dudas. 

Así que seguro se trataba de una técnica complicada de dominar, y también era algo que solo los demonios con bastante poder podían llevar a cabo, como su padre... O tal vez se trataba de algo más, tendría que preguntarle a su padre.

Anika sale de la habitación dándole una última mirada a Zacarias. Al cerrar la puerta se encuentra con Immanuel en medio del vestíbulo.

— ¿Ahora qué pasa? — pregunta Zacarias mirando con recelo la puerta cerrada. Nunca lograría que Zacarias alcanzara a agradarle a Immanuel, cosa que ella no entendía, ambos eran demonios... bueno, ella tampoco se llevaba bien con todos los humanos.

— Immanuel, sé que esto te va a fastidiar — empieza a hablar Anika —, pero necesitamos que Zacarias se recupere, él...

— ¿Necesitamos? — pregunta Immanuel arqueando una ceja —. No necesito nada de un hechicero cualquiera. Escucha, Anika, no me interpondré en lo que estés haciendo, solo asegúrate que te alejes de Gabriel lo más pronto.

— Zacarias podría devolverle la comodidad a Gabriel, no tendría porque esconderse de Asta Hong, y ya no sería considerado un traicionera.

— ¿Qué dices? — Immanuel le mira con furia —, ¿un hechicero será la solución de todo esto? 

— Él sabe algo que cometieron Asta Hong y Asta Roth tiempo atrás. Mi padre accedió a ayudar, porque está obsesionado con quitarle el trono a Asta Roth — Anika mira a Immanuel, el cual se veía aún bastante escéptico. 

— Haz lo que sea — dice soltando un bufido y sale del vestíbulo. Anika aprovecha esto para entrar a la habitación de Gabriel, a pesar de que Zacarias hubiera ayudado a despertarle, aún no se recuperaba por completo.

— Gabriel, ¿estás dormido? — Anika empieza a caminar despacio hacia la cama donde reposaba Gabriel.

— ¿Anika? ¿dónde estabas? — pregunta él medio dormido. Anika le ayuda a incorporarse en la cama.

— Ojalá pudieras sanar más rápido — dice ella afligida, Gabriel le sonríe.

— Simplemente con que estés aquí ya me hace sentir bien — Gabriel levanta su mano para apoyarla sobre la mejilla de Anika —. Las heridas provocadas por armas de una diosa tardan más en sanarse, así que no te preocupes mucho. Es normal que todavía no pueda ponerme de pie por mí mismo — Anika suelta un suspiro agotado. Le creía a Gabriel, pero quería que se recuperara de inmediato, y también fue su culpa que él estuviera ahora así. Si no hubiesen ido aquel día a la ciudad, no se habrían encontrado con Rahel... O simplemente si ella, en ese entonces, supiera utilizar sus poderes. 

Era tan inútil al lado de Gabriel, era tan inútil para él. Immanuel tenía razón, debía alejarse lo más pronto de él, y no se atrevería a verlo de nuevo si no asesinaba a Asta Hong con sus propias manos.

Anika sostenía con fuerza la mano de Gabriel, se contenía las ganas de llorar delante de él; porque sabía que muy pronto tendría que partir de su lado. Anika quería mantener este recuerdo en su memoria, así que cierra los ojos para mantener ese recuerdo como un anhelo. Pero entonces, Anika siente que la mano de Gabriel se desprende de la de ella y empieza a bajar por su brazo. Anika abre los ojos y ve a Gabriel de pie frente a ella.

El destino de Anika ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora