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Quiero besarte y decirte que no sé dónde estoy, pero es exactamente donde necesito estar

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Quiero besarte y decirte que no sé dónde estoy, pero es exactamente donde necesito estar.

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EL TABLERO DE la versión Americana del Monopoly estaba desplegado encima de una mesa en el centro de la sala de estar. El grupo estaba perfectamente ubicado alrededor del tablero y los seis amigos se habían sumergido en el juego.

—Prepárate para una bancarrota inminente, Oikawa —dijo Hanamaki, dándole una palmadita en el hombro.

—Que sepas que mi estrategia es infalible.

Alice sonrió para sí misma. Ni ella ni Tooru habían compartido detalles con sus amigos acerca de la riña que habían tenido, pero Iwaizumi sabía que ambos habían llegado a entenderse.

Los dos habían logrado entender las razones detrás de sus reacciones: Tooru había admitido, entre otras cosas, que su terquedad y orgullo a veces lo cegaban, mientras que Alice había confesado que a menudo luchaba por comunicar sus emociones de manera efectiva.

Durante el juego, las risas llenaron la habitación. Hanamaki se burlaba de Matsukawa cada vez que este caía en una propiedad que pertenecía a otro jugador, mientras que Oikawa aprovechaba cada oportunidad para poner hoteles en sus propiedades y llevar a sus amigos a la quiebra.

Intentaba negociar en cada turno, ofreciendo tratos extravagantes y a veces absurdos. En un momento dado, aterrizó en la casilla de impuestos y tuvo que pagar una suma considerable, lo que le hizo soltar una queja.

—Solo estoy dejando que te ilusiones temporalmente, Makki —rechistó.

Matsukawa no perdió la oportunidad de lanzarle una burla.

—Ya, claro. Te has pasado media hora intentando decidir qué propiedad comprar. ¿No se supone que eres un jugador experto?

—Mattsun, un ganador nunca se apresura.

—Sí, y también eres el ganador que está a punto de perder todas sus propiedades —intervino Iwaizumi, lanzando una pulla con una ceja levantada, que desencadenó risas en el grupo.

Al final, el ganador resultó ser Hanamaki, quien había logrado acumular una impresionante fortuna en el juego. Después de la partida, mientras los demás seguían bromeando y comenzaban a recoger el tablero y las piezas, Alice se levantó con su vaso vacío en la mano.

Se dirigió a la cocina en busca de algo para beber, y apenas unos momentos después, Iwaizumi notó que Oikawa se levantaba de su asiento, con la intención clara de seguirla.

—Parece que están buscando un poco de privacidad, ¿no? —comentó Hanamaki una vez la pareja se retiró de la habitación.

—No creo que eso sea asunto nuestro —le respondió Iwaizumi. 

El silencio entre nosotros || Tooru OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora