❝Tooru, te quiero. Mucho. Muchísimo❞.
Oikawa siempre la miraba como si ella fuera la razón por la que su corazón había empezado a latir y como si fuera la única que podría ordenarle que se detuviera.
❝ ¿Porque soy un novio superguapo y genial? ❞ p...
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A L I C E
¿No era la amistad el propio milagro, el hallazgo de otra persona que hacía que todo el mundo solitario pareciera de algún modo menos solitario?
—hanya yanagihara
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LA PRUEBA DEL Centro Nacional para Admisiones Universitariasera un tipo de prueba estandarizada utilizada por universidades tanto públicas como privadas en Japón. Había exámenes separados para cada asignatura, y cada uno era de opción múltiple.
Si obtenía los puntos necesarios en el sentā shiken, que cubría un amplio abanico de asignaturas de ciencias y letras, tendría la posibilidad de presentarme a los exámenes de ingreso. El propósito de esta prueba preliminar era verificar que los aspirantes satisfacían los estándares de logros escolares en las materias básicas.
Si superaba la primera, me quedaría afrontar un examen específico de admisión que realizaba la institución donde mis padres querían que fuera. Todos lo llamaba ''el examen del infierno'', ya que únicamente lo llevaban a cabo las universidades más prestigiosas, como por ejemplo la Universidad de Tokio o Kioto, pero no le presté gran atención a aquel dato. Solamente estaba aquí para realizar las pruebas que mis padres ya habían pagado, y aunque las superara, no iría más allá.
Iwaizumi y Matsuwaka también habían venido, ya que eran los únicos del grupo que querían ir a la universidad. Hanamaki todavía no lo había decidido, y Kaori tenía otros planes. Iwaizumi me había dicho que quería estudiar Ciencias del deporte para convertirse en entrenador de atletas, y Matsukawa quería ser agente funerario.
Al llegar al centro, me sorprendió la abrumadora presencia de estudiantes. Algunos parecían al borde de las lágrimas, otros mantenían un silencio sepulcral, mientras que el resto se afanaba en repasar frenéticamente sus apuntes, tratando de absorber hasta la última pizca de conocimiento antes del examen.
Matsukawa y yo nos cruzamos una mirada al observar a nuestro amigo.
—Relájate un poco.
—No me digas que me relaje —le contestó Iwaizumi.
De los tres, él era quien llevaba la carga más pesada. La combinación de estudios y deporte lo había dejado rezagado en algunas materias. Le había ofrecido clases de repaso y compartido mis apuntes para ayudarlo a ponerse al día. Aunque esperaba que eso aliviara un poco su carga, era comprensible que el estrés persistiera en un examen de tanta importancia.
Éramos aproximadamente ochocientos alumnos en el centro de exámenes. Nos distribuían en aulas según el orden alfabético de nuestros apellidos. Tuve la suerte de estar en la misma sala que mis dos amigos, gracias a que nuestras iniciales estaban cerca unas de otras.
