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A L I C E

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A L I C E

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LA CANCIÓN SE repitió una, dos, y más veces de las que podía contar, pero Oikawa parecía igual de entusiasmado que al principio. Y yo también lo estaba, aunque estuviera cansada y me dolieran los pies. Quería que esto durara toda una eternidad.

Se me hacía peculiar pronunciar su nombre. No quería llamarlo 'Tooru' para siempre, pero me daba algo de vergüenza llamarlo Oikawa. Era una sensación de lo más rara, casi como si estuviera haciendo algo ilegal. Sacudí la cabeza para deshacerme de estas ideas tontas.

—¿Tú querías ir a la fiesta?

Mi voz se juntó con la música. No supe que me había oído hasta que me respondió.

—No particularmente.

El tono en el que me había contestado mostraba indiferencia, por lo que no me mentía. No sabía si le resultaba opresivo el hecho de que fuera el chico más perseguido de la escuela.

Repentinamente, la música dejó de sonar y la televisión se apagó de golpe. La penumbra nos rodeó a ambos. Aquello hizo que dejáramos de bailar y que nos soltáramos las manos. ¡Tenía que irse la electricidad cuando estaba viviendo el mejor momento de mi miserable existencia! Mi vida era una broma, o una simulación.

Caminé hasta una de las ventanas y me agaché para echar un vistazo fuera.

—Debe de ser un apagón general. Todo el barrio está a oscuras. Habrá que esperar a que vuelvan a restablecer el servicio.

—Qué mal rollito —dijo, con un tono de miedo muy exagerado.

Volví donde me parecía que estaba él y palpé el sofá con mis manos para buscar mi teléfono. Al encenderlo, tuve la sensación de que la luminosidad del aparato me había destrozado la retina. La bajé hasta un nivel normal y vi que Marga me había dejado un mensaje.

'Hola, cielo. ¿Cómo te lo estás pasando? No me esperes esta noche. He tenido un contratiempo y me quedaré con Takeo hasta el lunes. Dejo el teléfono encendido en caso de que me necesites. Besitos.'

Le envié un mensaje para confirmar que estaba bien. No le iba a contar que al final no había ido a la fiesta y que estaba en casa con Oikawa, todo eso incluido en un solo mensaje. Quería que disfrutara su fin de semana sin tener que preocuparse acerca de mi cambio de planes.

—No sé hasta cuándo va a durar esto —dije, un tanto preocupada.

Si duraba más de una hora, no podríamos hacer absolutamente nada en casa. La linterna de mi móvil era lo único que nos proporcionaba un mínimo de iluminación.

El silencio entre nosotros || Tooru OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora