❝Tooru, te quiero. Mucho. Muchísimo❞.
Oikawa siempre la miraba como si ella fuera la razón por la que su corazón había empezado a latir y como si fuera la única que podría ordenarle que se detuviera.
❝ ¿Porque soy un novio superguapo y genial? ❞ p...
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A L I C E
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SIEMPRE ME habían dicho que la vida me sorprendería de las formas más extraordinarias, pero también me rompería el corazón. La vida exigiría que me superara, que me entendiera, que sanara incluso cuando me dolía, que fuera valiente y que luchara por mí misma.
A fin de cuentas, la valentía era la cosa más apacible que conocería. La valentía significaba levantarme por la mañana cuando mis huesos me pesaban. La valentía era mirar a la cara a lo que me dolía, hacerle frente, darle un nombre.
Pero sobre todo, la valentía era confiar en otra persona incluso cuando no reconocía el camino que estaba siguiendo. Lo único que me quedaba por hacer era encontrar a esa persona, y creo que ya la había encontrado.
—¿Preparada?
La voz de Hajime me sacó de mi trance.
Al haber terminado de comer, nos habíamos marchado los cuatro hacia donde estaba el láser tag. Tooru había cumplido con lo que me había dicho, pagándome la cena. Intenté convencerle de que aceptara por lo menos ochocientos yenes, pero se negó a tomar el billete. Era más cabezota que mi padre. Y yo que pensaba que eso no era posible.
Tuvimos que coger un autocar para llegar hasta el centro, pero no fue un trayecto realmente largo. Los chicos estuvieron hablando acerca de voleibol, sobre un torneo nacional de primavera o algo así. No entendí mucho acerca del tema, ya que todo aquel universo del voleibol era bastante enigmático para mí.
Los dejé hablar entre ellos. No era que los amigos de Tooru no me cayeran bien, pero me era mucho más fácil hablar con una persona que delante de dos otras, teniendo en cuenta que con Hajime e Issei no había compartido tanto como con Oikawa.
Una vez en el edificio, nos dieron todo el equipamiento, y hasta pude cambiarme de zapatos. La superficie de la zona de juego era resbaladiza y era mandatorio llevar unas zapatillas adecuadas. Jugar al láser tag con vestido iba a ser poco práctico, pero pasarme por casa nos hubiera hecho perder demasiado tiempo. Lo importante era que podía jugar llevando otra cosa que no fueran tacones.
Íbamos a jugar en solitario en vez de en equipos. No había límite de vidas ni de municiones. La persona que alcanzaba la puntuación más alta ganaba. Las instalaciones estaban en su gran mayoría oscuras, iluminadas únicamente por luces negras. Las columnas y barricadas estaban cubiertas con pintura de neón.
Me había refugiado detrás de una de esas columnas después de haber visto a alguien pasar muy cerca de mí. Un suspiro de alivio escapó mis labios, pero eso no sirvió de mucho para expulsar la adrenalina que corría por mis venas. A pesar de que jugáramos todos contra todos, sentía como si los tres iban a venir a por mí.
