❝Tooru, te quiero. Mucho. Muchísimo❞.
Oikawa siempre la miraba como si ella fuera la razón por la que su corazón había empezado a latir y como si fuera la única que podría ordenarle que se detuviera.
❝ ¿Porque soy un novio superguapo y genial? ❞ p...
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A L I C E
Si me llamas y me dices "¿Quieres...?", mi respuesta será "Sí", antes de que acabes la frase.
—jeanette winterson
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ERA LA PRIMERA vez que me había enamorado de alguien. Siempre había visto a gente a mi alrededor enamorarse, ¡pero nunca me había dado cuenta de lo que tenía de especial! Simplemente me decía a mí misma que debía sentirse realmente bien, pero no lo había podido saber hasta que yo misma lo había experimentado.
Ahora entendía un poco mejor lo que era tan especial. Nunca había sentido la necesidad de amar a alguien, pero asumir que estaba enamorada me hizo darme cuenta de que me había estado perdiendo uno de los sentimientos más hermosos que había.
—Más a la derecha... ¡No, a la izquierda! ¡Párate allí, no te muevas!
Desde donde estábamos, Tooru y yo podíamos escuchar a Kaori dar órdenes desde el salón de su casa.
Me sentía mucho mejor después de haberle contado lo que me había pasado el día de los exámenes. No me gustaba ocultarle cosas durante mucho tiempo. A pesar de que aquel sentimiento de culpabilidad no se había ido todavía del todo, Tooru consiguió borrar gran parte de él con sus reconfortantes palabras. Me sorprendía cómo siempre conseguía encontrar las adecuadas.
Me sentía eufórica. ¿Quién hubiera pensado que el amor era tan embriagador? Nunca había creído en el amor a primera vista, y pensaba que era una teoría estúpida. ¿Cómo uno podía amar al otro sin saber qué tipo de personalidad tenía? Era demasiado superficial amar a alguien solo por su apariencia.
A medida que había pasado el tiempo, él y yo nos habíamos vuelto más y más cercanos. Con cautela él había estado expresando su amor con la esperanza de que yo pudiera obtenerlo.
—Esto va a ser una pequeña venganza por haberme metido prisa antes —me dijo Tooru, llamando a la puerta de la casa.
Por alguna razón, a pesar de que sabíamos que nuestros sentimientos eran recíprocos, yo sentía como si prácticamente nada hubiera cambiado entre nosotros. Durante el trayecto de ida, Tooru me había hablado de cosas, como lo había hecho desde el principio. Y, también, al igual que me lo había dicho, no dejaba de mirarme de la misma manera de siempre.
Pero, a pesar de eso, ahora había un mundo de diferencia, aunque no se hiciera notar. No necesitaba ver el final del camino, sino solo saber cuál sería el siguiente paso. Y sabía que él estaría allí para cada paso.
Dentro de la casa de Kaori se escuchaba mucho alboroto. Tardó tanto en venir a abrir la puerta que pensé que no había oído el timbre.
—¡Hola! —me saludó, y se giró hacia Oikawa, poniendo mala cara—. Qué pronto la has traído. Casi que lo has hecho adrede —dijo, con un tono irónico.
