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A L I C E

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A L I C E

Arrástrate dentro de este cuerpo. Encuéntrame donde estoy más arruinada, ámame allí.

-runa lázuli

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DESDE PEQUEÑA me habían enseñado a ser fría como una piedra, a ser autosuficiente, a mantenerme en alto y con aplomo. Así que aprendí desde muy pronto a llorar solo a puerta cerrada, con luces tenues. A derrumbarme sin que nadie lo supiera, y a no pedir nunca ayuda.

Porque cuando nadie te veía sufrir, ¿realmente sufrías? Siempre se podía fingir que lo que dolía nunca había sucedido, y siempre uno podía volver a enfrentarme al mundo fingiendo que estaba bien.

La sonrisa que le ofrecí a Tooru era la mismísima prueba de lo que estaba intentando esconder.

-Muchas gracias por haber venido hasta aquí. Ya podemos irnos.

Me había devuelto él también una sonrisa, pero en el momento en el que me di la vuelta para recoger las llaves y cerrar la puerta, ya se le había borrado del rostro.

-¿Todo va bien? -me preguntó.

Fingí que estaba rebuscando entre las cuatro llaves que tenía la correcta para cerrar la puerta. No quería tener que enfrentarme a contestarle a esa pregunta sabiendo que me estaba mirando directamente a la cara.

-Sí... Sí, estoy muy bien, gracias. Creo que se ha metido algo en el ojo por culpa de las lentillas.

Sentí su mano posarse sobre mi hombro y me encogí. No podía dejar que viera lo que sentía. ¡No, eso no tenía que ocurrir! ¿En qué clase de persona me convertiría eso?

-No te creo. ¿Me dejas pasar un momento?

Se había dado cuenta. El brillo de mis ojos me había traicionado.

Dejé caer mi mano y empujé la puerta hacia dentro para dejarle entrar. Se adentró después de mí y cerró la puerta. Pensé que iba a hacer alguna broma o comentario gracioso, pero se limitó a mirarme en silencio, mientras que yo concentré mis ojos en el parqué.

-Estoy muy nerviosa y me he alterado antes de que vinieras. Lo siento tanto...

Se me había cortado la voz. Controlar mis emociones era algo que todavía me quedaba por aprender. Me empezó a temblar el labio inferior y sentía que las lágrimas comenzaban a aflorar. Cerré los ojos y los apreté tan fuerte como pude. No llores -me dije a mí misma-, ni se te ocurra llorar.

El silencio entre nosotros || Tooru OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora