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Hay partes de mí que solo existen cuando estoy contigo

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Hay partes de mí que solo existen cuando estoy contigo.

ron israel

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«Por cierto, ¿quién es ese afortunado que casi se ha ganado una salida contigo?»

—Es Ryuji Nakamura, mi compañero de trabajo.

Al mencionarlo, Alice notó cómo la atención de Oikawa se desvió hacia él. Con una inclinación casual, miró por encima del hombro de la chica, sus ojos afilados evaluando al joven. Un poco más lejos, este continuaba con sus tareas, completamente ajeno a la evaluación de Oikawa.

—¿Tooru? —preguntó Alice, notando la momentánea distracción de Oikawa.

Aquello le hizo regresar a la realidad y parpadeó como si hubiera despertado de un breve ensueño.

—¿Cómo ha ido tu día?

—En general, bien, aunque tuve un pequeño altercado con un cliente por la mañana —dijo Alice, mientras se volvía a poner a limpiar la mesa—. No estaba satisfecho con su pedido, aunque todo estaba registrado correctamente en el recibo. 

Alice suspiró mientras pasaba el trapo sobre la mesa, tratando de eliminar no solo las manchas imaginarias sino también la incomodidad residual de la situación.

—Fue un poco... incómodo, y Ryuji tuvo que intervenir y ponerlo en su sitio. Al final todo se calmó y el cliente se marchó. 

—Parece que has tenido acción en tu primer día. 

Alice asintió, sus ojos reflejando el eco de la incomodidad pasada, y compartió más detalles. 

—Mei y Kenji son otros de mis compañeros, aunque aún no he tenido la oportunidad de conocerlos. Por eso Ryuji me ha invitado a salir con ellos después del trabajo. Pero no sé... ¿Crees que debería ir?

—Si es lo que quieres, no veo por qué no. 

Alice se mordió el interior de la mejilla, expresando su indecisión.

—¿Seguro que no te importa?

Oikawa extendió su mano y acarició suavemente su brazo. Sus dedos trazaron un sendero reconfortante, deslizándose sobre la piel de ella y disipando cualquier rastro de duda que pudiera haber en su mente.

—No, no me importa en absoluto. No si me das una recompensa luego.

Los labios de Oikawa se curvaron en una sonrisa que tenía el poder de derretir cualquier resistencia. Ella sabía que no podría negarle nada mientras viera esa sonrisa.

—¿Qué recompensa pides?

Oikawa inclinó la cabeza ligeramente y depositó un beso en su mejilla. 

El silencio entre nosotros || Tooru OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora