Arthas caminaba enfadado a través del bosque con su mirada perdida en un espeso mar de pensamientos de autodesprecio y culpa. Por suerte no habían muerto muchos hoy, pero eso solo se debía a la oportuna ayuda de Jaina la cual había preparado todo antes de su llegada. El solo imaginar lo que hubiera ocurrido si Uther no hubiera llegado a tiempo con la caballería le causaban escalofíos. En su mente todavía estaba grabada la imágen de uno de los soldados transformandose en una de esas cosas para alzar su espada contra él, el principe de Lordaeron, quien estaba arriesgando su vida para que la de él no cayera en manos de los nigromantes; pero lo peor no era el echo de que atacara a Arthas, era que en vez de al principe, pudo haber sido a su propia familia. Esta plaga era la mas vil de las artimañas, iba en contra de todo lo que habia jurado proteger, en contra de todo lo que creía y como tal debía de darle muerte a su perpetrador.
La culpa disminuyó un poco al pensar en Terenas, su padre. Quizá él habría podido unir las piezas a tiempo para evitar la plaga y salvar a su pueblo del sufrimiento por el que estaban pasando e iban a pasar pero esa idea se desvaneció casi tan rápido como apareció. Era irreal pensar que su padre habría podido hacer algo en esta situación, ante este horror sin precedentes, nadie habría podido hacer algo. Incluso, aunque su orgullo dolía, debía de agradecerle a Jaina por llamar a Uther y quemar el grano infectado antes de que fuera demasiado tarde para hacer algo. Gracias a su hechicera, amiga y amante había podido librar una batalla exitosa sin prácticamente casi bajas.
Luego de caminar por quien sabe cuanto tiempo, el principe se detuvo y levantó su martillo para agarrarlo con ambas manos. Su cuerpo ya se había recuperado gracias a la gracia de la Luz y por ende estaba en condiciones para volver al combate. Frente a él había una figura encapuchada parada entre un grupo de árboles que le observaba de froma pasiva sin mostrar obvia hostilidad.
Aquel hombre no se parecía a nadie a quien Arthas hubiera visto anteriormente, pero aun así le resultó familiar. Era alto y de espaldas anchas, y lucía una capa que parecía hecha de unas plumas negras y brillantes que recordaban a las de un cuervo. Si bien su capucha ocultaba sus razgos, sus ojos brillaban con intensidad cuando se alzaron para observar a Arthas. En su rostro se podía ver por debajo de la capucha que teníauna poblada barba de mechones grises.
-Mi nombre es Arthas Menethil -se presentó de forma cautelosa mirando los alrededores en busca de otros posible enemigos- ¿Puedo conocer tu identidad?
Arthas usó un tono amable haciendo gala de sus modales hasta cierto punto pero no había podido evitar sonar a la ofensiva. Todavía tenía ese enrredo de emociones contenidas en su interior y la verdad se sorprendió siendo educado a pesar de estar en un momento así. La respuesta para esto era simple, el olor. No podía sentir el hedor putrefacto que cargaban los no muertos y tampoco podía detectar rastros de la energía oscura de los nigromantes los cuales parecían cargar una espesa aura de muerte por doquier.
-Te conozco Arthas Menethil, se lo que has echo y por eso acudo a tu presencia -aseguró el extraño con una voz profunda y suave-Hablé en su día con su padre, joven. Pero no me escuchó. Por eso acudo a ti.
El hombre hizo una reverencia pero Arthas frunció el ceño, pues parecía más una señal de burla que de respeto.
-Debemos hablar -insistió el encapuchado.
Arthas resopló ante la propuesta. Ya podía recordar de donde se le hacía tan familiar este extraño sujeto que vestía de forma tan llamativa. Según Terenas, este hombre afirmaba ser una especie de Mistico, un Profeta. Arthas una vez lo había visto transformarse en un pajaro lo cual lo había dejado algo conmosionado al principio pero ya esos trucos baratos no podrían impresionarlo. Este 'Profeta' había tenido el descaro de entrar a la sala del trono sin invitación con la intención de contarle todos esos disparates sobre el fin del mundo. Le impresionaba que se quejara de no ser escuchado cuando cualquier otro habría sido justificadamente condenado a muerte por semejante insolencia.
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Arthas: Redención
FanfictionCuando una plaga de no-muertos amenazó todo cuanto amaba, Arthas se embarcó en una misión de trágicas consecuencias en busca de una hoja runica lo bastante poderosa como para salvar su patria. Sin embargo, poseer esa espada que tanto ansiaba conllev...